"Muchas canciones de Leonard Cohen son pura ironía; era judío y no hay mayor ironía que la de un judío norteamericano". Eso contestó Alberto Manzano, biógrafo del cantante, cuando le preguntaron si el canadiense tenía sentido del humor. Manzano mantuvo ayer una charla en el edificio histórico de la Universidad en la segunda jornada de los actos programados por la cátedra que lleva su nombre con motivo del 50.º aniversario de su primer disco. La conversación central de Manzano fue con el músico Héctor Tuya, que cerró el acto con un concierto.

Tuya, "un apasionado de Cohen", dijo en la presentación del acto Miriam Perandones Lozano, responsable de la cátedra, hizo preguntas que desvelaron detalles de la convivencia entre el poeta y Manzano, que además de biógrafo fue su amigo. La charla sirvió para desvelar cómo y cuándo comenzó Manzano a interesarse por el autor o cómo surgió la relación en el año 1980, cuando Manzano fue a llevarle algunas de sus publicaciones a Cohen y se lo encontró bajando las escaleras del hotel. Hubo un momento intenso cuando leyó la última carta que Cohen escribió a Marianne, a la que conoció en Hidra, (el libro de Manzano se titula "La historia de Leonard & Marianne"). Una carta en la que le recuerda que son viejos amigos, que él estará cerca y en la que dice adiós con la esperanza del reencuentro: "Creo que te seguiré pronto".

Efectivamente, Manzano describió a Leonardo (así le llamaba, dijo) como un hombre afable, buen cocinero, que hacía ayunos como ejercicio de disciplina, interesado por Lorca, o cómo, de pronto, se lo encontró en una fiesta de Jackson Browne recién descendido de las montañas donde estaba su monasterio.