Escuchando a Antonio Iturbe (Zaragoza, 1967) hablar de literatura se intuye que lee y escribe con entusiasmo. Siguiendo el hilo de los libros ha vivido grandes aventuras. Una de ellas fue tropezarse casualmente en internet con la protagonista de su novela "La bibliotecaria de Austwichz" y después encontrarse con ella en Praga y visitarla en Tel Aviv. Su heroína, Dita, tiene 88 años, y aún conduce su propio coche. "Una novela me tiene que llevar a un viaje, lejos, al exterior, y también al interior. Me tiene que decir algo de mí mismo, de mi relación con el mundo. Me debe cambiar un poco la vida". Eso es lo que Iturbe le pide a los libros. Ayer, en el ciclo de tertulias literarias del Campoamor, organizado por la Fundación Municipal de Cultura con motivo del 125 aniversario del teatro, el escritor y periodista conversó con su colega Miguel Barrero sobre su última novela, "Cielo abierto"; de los relatos infantiles que escribió para sus hijos, protagonizados por el Inspector Cito; de sus lecturas; de sus lecturas y sus hábitos de escritor y, en definitiva, de cómo la literatura se ha convertido en el eje de su vida.

Contó, entre otras muchas cosas, que él es un escritor lento, porque tiene que compatibilizar esa faceta con sus obligaciones laborales, y que esa lentitud hace que las novelas acompañen su vida durante largos periodos. "Voy atravesando territorios con ellas", dijo. A "Cielo abierto", que narra la vida de Antoine de Saint-Exupéry y su amistad con otros dos pilotos, Jean Mermoz y Henri Guillaumet, le ha dedicado cuatro años.

Es también un escritor "arrebatado", que escribe algo atropelladamente y por impulsos. Eso es algo que en "Cielo abierto" ha tratado de contrarrestar, estructurando la novela en episodios muy concretos. Iturbe también ha querido dejarse llevar por el propio estilo literario de Saint-Exupéry: "Sus libros tienen unos puñetazos poéticos tremendos".

Iturbe disfruta del proceso de creación literaria cuando comienza a sentir el pulso de la historia y puede dejarse llevar por ella. "Lo bueno es cuando el libro ya tira de ti, cuando no puedes teclear más aprisa y es un tren que va cuesta a abajo", dijo.

Antoine de Saint-Exupéry, piloto de avión y escritor, era también, según Iturbe, gran conocedor de su biografía y sus libros, "muy desordenado". En su obsesión por llegar a "lo esencial", contó Iturbe, "rompía muchas páginas". "La perfección se alcanza cuando no queda nada por quitar", decía.

Antonio Iturbe aplica en sus novelas sus propios criterios como lector. "Me gustan las novelas donde alguien me cuenta algo que no sé. Se puede escribir sin salir de casa, pero hay que ser un genio para eso, como Kafka, pero ¿cómo te vas a sentar a escribir si no te has levantado a vivir?".

Ayer, cuando durante la conversación Barrero le preguntó si se sentía parte de lo que los críticos literarios dieron en llamar en su día "generación Nocilla", Antonio Iturbe dijo que, al contrario que estos autores, él no se siente "identificado con el gusto por lo acrobático y la pirueta" y que lo que él busca es escribir de un modo "apasionado".

En su opinión, la literatura debe equilibrar la levedad y la solidez. Esa reflexión la toma de "La insoportable levedad del ser", de Milan Kundera, uno de sus libros favoritos, y sirve tanto para los libros como para la vida. "Yo me inicié en la lectura con 'Mortadelo y Filemón' y la 'Rúe 13 del Percebe'", confesó.

Fernando Fonseca es el próximo invitado a las Tertulias del Campoamor. El ovetense ha publicado las novelas "El mirlo y la boa", "Palabras de cocaína", "Los días de la pereza" y "La agonía del pez tarado", además de varios ensayos.