"Los problemas de tiroides y el bocio siguen siendo lo que más trabajo da a los endocrinos en Asturias", subraya Edelmiro Menéndez, jefe del servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde ayer se presentó una nueva técnica de radiofrecuencia para "quemar" los nódulos benignos de tiroides, procedimiento que ya ha sido aplicado en quince pacientes, que no han sufrido complicación alguna. El doctor Menéndez estuvo acompañado de Pablo Fernández, director del HUCA, y Faustino García Arias, jefe del servicio de Radiodiagnóstico del complejo sanitario ovetense.

Se trata de una intervención sencilla, que ahorra al paciente la cirugía y que se realiza con sedación, explicó Edelmiro Menéndez. El abordaje consiste en la introducción de una aguja de radiofrecuencia con vigilancia por ultrasonidos, barriendo el nódulo con la técnica denominada "moving shot", para lo que se utiliza un generador de radiofrecuencia con una potencia inicial baja, de alrededor de 30 vatios, que se puede incrementar posteriormente de diez en diez vatios cada diez segundos.

Las ondas de radiofrecuencia producen calor y "queman" los nódulos de dentro afuera. Los nódulos benignos no son peligrosos, pero al crecer presionan otros órganos y puede producir molestias respiratorias, también estéticas, si crecen hacia el exterior. "El único tratamiento es dejarlos y vigilarlos o la cirugía, para descomprimir la zona", según el jefe de Endocrinología.

El bocio persiste

"Esta técnica se utiliza en otras técnicas del cuerpo para tratar tumores malignos", indicó el endocrinólogo. Se recurre a ella cuando no se puede acceder quirúrgicamente al tumor. El riesgo de este procedimiento, según Edelmiro Menéndez, es mínimo. No es el único modo de tratar los nódulos de tiroides: además de la cirugía, está el láser. En el desarrollo de la técnica han colaborado los servicios de Endocrinología, Radiología y Anestesia del HUCA. Los nódulos de tiroides son más frecuentes entre las mujeres y con la radiofrecuencia su tamaño puede reducirse hasta un 92 por ciento.

El bocio, que es lo que son estos nódulos, según el especialista, "sigue siendo muy frecuente por la deficiencia de yodo en Galicia y Asturias". Ese problema no se corrigió hasta los años 70, poniendo en el mercado sal yodada, pero las generaciones más longevas no se beneficiaron de esa medida. "No es peligroso pero es molesto", según Menéndez.