Carlos Álvarez Arrieta se formó nada menos que en la Mallorquina, de la mano de su padre Federico; y se marchó a México para abrir, en la capital, la Mallorquina de ultramar. En pocos años, en el selecto barrio residencial de Polanco de la capital Azteca consiguió hacerse un hueco y también prestigio con restaurante y confitería.
Y así se lo reconoció recientemente el Gobierno de México DF por medio de la Secretaría de Desarrollo Social de Ciudad de México, que le concedió el premio de "Agradecimiento especial", que otorga anualmente, "por compartir su talento y sazón y promover la alimentación nutritiva en nuestra capital".
El empresario ovetense, economista de formación y empresario de vocación, recibió el premio con el lógico orgullo. "Estos reconocimientos son una gran satisfacción que me animan a seguir trabajando en la misma línea, porque cuando marché de Oviedo para un país tan lejano como este para empezar de cero, fue difícil y duro. Los momentos de gloria como este son pocos", comentó a este periódico.
No obstante, en este año también recibió un reconocimiento por parte del critico gastronómico Marco Beteta, uno de los más reputados de México, quien recomienda su establecimiento al que le concedió una muy buena calificación tras haber visitado su restaurante, al que calificó como un "Mistery Fooder" en su crítcia. Carlos Arrieta, empresario emprendedor, decidió dejar su Oviedo natal y dar el salto a México en el año 2011, donde empezó abriendo una pastelería, a la que seguiría un restaurante dos años después.
Y lo abrió en el corazón de Polanco, en la esquina más española de la calle Emilio Castelar, lugar de obligado encuentro para los españoles que residen en la populosa capital azteca, y también para muchos mexicanos.
