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La patata caliente de las ferias

La descoordinación entre departamentos municipales y las peleas por las competencias de festejos ponen en peligro las celebraciones de los barrios

Nadie quiere, nadie puede o nadie sabe hacerse cargo de la gestión de las fiestas de barrio de la ciudad que se acumulan en verano. Al menos esa es la sensación que da, desde lejos el Ayuntamiento de Oviedo. Detrás de los problemas de papeleos vividos en La Corredoria el pasado fin de semana, que estuvieron a punto de ser canceladas, y de los que arrancaron ayer con, esta vez sí, la suspensión de las fiestas de La Argañosa, parece que se esconde un problema de coordinación entre distintas áreas municipales y de guerra soterrada por el control de los Festejos. No por quién se hace cargo de ellos sino, más bien, por quién no se hace cargo.

Una de las claves está en la relación de puestos de trabajo (RPT), ese documento en el que el Ayuntamiento traza un mapa real pero también ideal de cómo deberían funcionar las cosas por dentro y qué personas deberían encargarse de una y otra cosa. Sobre la estructura de la nueva RPT realizada por durante el último mandato del PP, el tripartito realizó algunos ajustes. Y también introdujo cambios de última hora que no gustaron mucho a los mismos sindicatos que habían aprobado el documento. Ahí, entre otras cosas, colocaron en otro puesto, dependiente del concejal de Turismo y Economía, Rubén Rosón, y con otras competencias a un funcionario que habitualmente se encargaba de la gestión de los festejos. Y, por otra parte, se crearon dos nuevas plazas de administrativos para gestionar estas cosas dentro de la Fundación Municipal de Cultura. Pero estas plazas son hipotéticas. Todavía no se han cubierto esos puestos. Eso llevó la gestión de Festejos a un limbo administrativo. En teoría, ningún técnico en el Ayuntamiento estaba designado para gestionar esos expedientes. Mientras, los vecinos y miembros de asociaciones seguían entregando documentación en el registro municipal de la que nadie se hacía cargo. Alguien dio la orden de que todas esas peticiones, también las de la Sociedad Ovetense de Festejos, fueran a la Fundación Municipal de Cultura. Allí, donde el nuevo gerente está de baja (pero esa es otra), saltaron de nuevo las alarmas. La cosa acabó con una reunión en Alcaldía con el concejal de Festejos, Roberto Sánchez Ramos, el funcionario que hasta entonces se encargaba del asunto, y dos ediles más, uno de Somos y otro de IU. Al técnico municipal se le hizo ver que ya que le habían situado mejor en el retoque de la RPT, ahora tenía que corresponder haciéndose cargo de aquel marrón. Se inició una resolución a mediados de junio para que se habilitase a ese funcionario a hacerse cargo de Festejos, pero esa orden no se hizo efectiva hasta este miércoles. Rubén Rosón tardó en poner su firma doce días.

Por el medio, y aunque no estaba habilitado oficialmente para ello, el técnico tuvo que salvar in extremis los permisos de La Corredoria, obedeciendo la orden, no ya del concejal que se supone encargado de tutelar todo este escenario, que no parece dar mucha importancia al asunto, sino del propio Alcalde y otros concejales. Pero las fiestas son muchas, el montón acumulado grande y parece que los problemas, por ahora, crecen. Al menos, para los de las comisiones de fiestas. Ojo.

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