"Somos un municipio ligado a la cultura industrial y a la minería, pero hoy tenemos una nueva realidad a la que estamos intentando adaptarnos". Así lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, el alcalde de Langreo, Jesús Sánchez Antuña, en la mesa redonda que tuvo como eje el Ecomuseo Minero del Valle de Samuño, como un ejemplo de experiencia turística entre las huellas de la historia minera.

El Alcalde recalcó que Langreo, al igual que el resto de los concejos mineros de Asturias, trata de buscar nuevas alternativas, en muchos casos aprovechando la riqueza del patrimonio industrial forjado a lo largo de las décadas.

En el mismo sentido se pronunció Guillermo Laine, gerente del Ecomuseo Valle de Samuño, quien hizo hincapié en el carbón como mineral asociado a Asturias y más concretamente a las Cuencas. "En toda España sucede algo parecido, si decimos Almadén pensamos en mercurio; en Río Tinto en el cobre o pirita; toda provincia española está asociada a un mineral que ha marcado la evolución de la sociedad". Laine también aludió a las numerosas experiencias europeas que han tomado la cultura minera como base de oferta turística y de ocio. "En 1961 Francia ya desarrollaba museos mineros; esto no es un elemento nuevo en Europa", indicó.

Luis Valdés, presidente de Formagrupo, señaló que el valle de Samuño "refleja la historia que escribieron miles de trabajadores de la mina y sus familias". "En el valle la cultura minera se concilia con un paisaje que guarda en la memoria a los maquis fugados", señaló.

Jorge Vallina, responsable de comunicación y promoción del museo, destacó que las instalaciones se encuentran en el corazón minero, carbonífero y cultural de Asturias. "Lo que nos permite ser un atractivo turístico visitable que a mucha gente le parece como un plató de cine".

El olor de mina real, la temperatura constante, el sonido y la sensación de encontrarse en las entrañas de la tierra forman parte de la experiencia del museo. La recuperación del ferrocarril permite a los visitantes subirse en un auténtico tren minero y recorrer el antiguo camino del carbón, en unos vagones que mantienen el aspecto de los que se utilizan para transportar a los mineros.