"Una persona cabal que supo sembrar a su alrededor un ambiente de afabilidad y cortesía". Las palabras del profesor Ramón Durán, exdecano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, resumen la impresión general de la comunidad docente en torno a Carlos Prieto González, que falleció ayer en Oviedo a los 82 años. En la capital asturiana había nacido en el convulso año de 1934. En su persona se concentra casi medio siglo de docencia superior como experto en Historia del Derecho, la asignatura de la que fue referente principal durante décadas.

Sobrino del que fuera ministro de Instrucción Pública durante la II República, Ramón Prieto Bances, e hijo del notario José Prieto Álvarez-Buylla, estudió en la Universidad de Oviedo y en ella se doctoró, en 1964, cuando la Facultad de Derecho asturiana tenía su sede en el actual edificio histórico. Carlos Prieto, miembro de una generación irrepetible de juristas asturianos, fue continuador del magisterio de Ignacio de la Concha.

Su adscripción a la Academia estaba de alguna forma marcada por la familia. Su abuelo materno, Pedro González, había sido catedrático de Filosofía en la Universidad de Salamanca.

Modesto y humilde, profesor entregado a sus alumnos, para quienes tenía abiertas de par en par las puertas de su despacho y hasta de su casa. Durán le define como "todo un canto a la normalidad", un hombre "capaz de dar estilo a la Facultad" que lo acogió primero como estudiante y después como profesor. Toda una vida entre los muros centenarios del Derecho asturiano. Jamás renegó de "su" Universidad, convertida en su segundo hogar.

En la Universidad conoció a su esposa, María Dolores Grande, con raíces familiares colunguesas. Él, precoz profesor; ella, estudiante de Filosofía y Letras, que iba para futura catedrática de Francés.

Carlos Prieto creó escuela, y no solo por su talante conciliador y dialogante y sus clases llenas de erudición. Sus discípulos recuerdan su seminario de itinerarios históricos, que era una forma documentada y académica de viajar y compartir experiencias. En aquellas experiencias itinerantes cabían todos, profesores y estudiantes. Se buscaban lugares y personajes históricos, y se elegía un ponente para la exposición sobre el terreno. Eran como clases al aire libre y desde la distancia donde los "alumnos" (de alguna forma todos ejercían como tales) lo pasaban muy bien.

En el año 2004, Carlos Prieto González cumplió los setenta años, la edad límite de jubilación en la Universidad. El adiós del viejo profesor de Historia del Derecho fue largo y emotivo porque se sucedieron los homenajes. Unos meses más tarde, con ocasión de la festividad de San Raimundo de Peñafort, patrono de los abogados, la Facultad de Derecho le rindió, en marzo de 2005, un reconocimiento unánime. Carlos Prieto posó ese día para LA NUEVA ESPAÑA en el claustro del edificio histórico de la Universidad asturiana, con quienes fueron tres de sus compañeros de docencia, los profesores Luis González Morán, Joaquín Arce y Mariano Abad. Un cuarteto de solvencia académica plena.

Mucho más recientemente, en septiembre de 2015, el Colegio de Abogados de Gijón distinguió los cincuenta años de trabajo y dedicación a la abogacía de Carlos Prieto, además de una trayectoria impecable. Fue un homenaje compartido con su compañero de profesión Felipe Vázquez.

El funeral se celebrará hoy en la iglesia parroquial de San Julián, en Somió (Gijón), a partir de la una de la tarde. Sus cenizas serán depositadas en el cementerio de Somió.