Sandra S. FERRERÍA

El hostelero Manuel Ángel Menéndez Martinez es desde ayer el nuevo presidente del Rotary Club en Oviedo, en sustitución de Eduardo Quesada.

El relevo, "cambio de collares" en la jerga rotaria, se produjo durante una comida en La Zoreda. Junto al presidente, entra una nueva directiva, un cambio que se produce cada año.

El encuentro sirvió también para que Antonio Quesada Stangüi, gobernador del distrinto 2011 de los rotarios, donde está incluida Asturias, entregó a Rafael Cordero Álvarez el premio Paul Harris Felow por su trayectoria con los rotarios.

Asombrados. Así se quedaron los parroquianos de la iglesia de San Juan el Bautista, en La Corredoria, cuando ayer acudieron a misa de doce. Gracias a la donación de 18.000 euros del Rotary Club y también a los feligreses, que han colaborado activamente, se ha arreglado el techo, que antes estaba repleto de humedades y goteras, se han puesto óculos de bajo consumo, que inciden, varios de ellos, directamente sobre los pasos del via crucis, y además se le ha hecho una urna en el altar a la reliquia de San Juan Bautista. La misa fue oficiada por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, quien mostró su gratitud con los rotarios y con los asistentes. "Las casas necesitan renovarse. Ahora está hermosa y acogedora", comentó. Al término de la homilía fue el encargado de estrenar la nueva biblioteca de la Iglesia. "La mecánica es muy sencilla solo hay que dejar un libro y llevarse otro", informó el párroco de La Corredoria, José Manuel Vázquez. Eduardo Quesada, que ayer ejercía de presidente del Rotary Club por última vez antes de que el hostelero Manuel Ángel Menéndez tomase el relevo, mostró su agrado y entusiasmo por la colaboración rotaria con La Corredoria. No ha sido la única ayuda del Rotary a una parroquia ovetense. Hoy comenzarán arreglos en la iglesia de San Lázaro, también con ayuda rotaria.

José Manuel Vázquez alabó el resultado de las obras y agradeció el respaldo económico. "La iglesia es un sitio para encontrarse y reencontrarse y eso debe hacerse en un lugar adecuado y bonito", dijo. El párroco también dio valor al apoyo que encuentra en el barrio. "Tenemos unos vecinos maravillosos. No ha habido una sola vez que yo haya pedido ayuda y me haya quedado solo", dijo al término de la misa de ayer.

Lo bien que habían quedado las obras era el tema de conversación ayer. Josefa Vicente, "Vicentina" en el barrio, y su hija Pepa Fonseca estaban sorprendidas. "Ella no vino durante las obras y al entrar quedó alucinada. No reconocía la iglesia", comentó la hija, durante el aperitivo en los jardines que sirvió para cerrar el estreno de las obras.