El fiscal decidió ayer mantener la petición de 15 años de cárcel para el camarero vecino de Oviedo acusado de haber abusado y agredido sexualmente de manera reiterada de su hijastra cuando esta tenía 11 años, a pesar de que la menor reconoció ante el juez que había mentido a la hora de interponer la denuncia y su madre decidió retirar la acusación particular antes del inicio del juicio.

Fuentes del entorno del acusado señalaron que durante la vista oral a puerta cerrada concluida ayer tras dos aplazamientos previos, el fiscal decidió cambiar la calificación jurídica del delito que se le atribuye al camarero. Concretamente, el hombre pasaría a estar acusado de un delito de acceso carnal en vez de uno de abusos y agresiones sexuales reiteradas como inicialmente había planteado el Ministerio Fiscal.

Dicho cambio de calificación no modifica sustancialmente una petición que, a diferencia de la primera, no incluye una indemnización de 20.000 euros a la víctima, después de que la familia de esta optase por retirarse del proceso iniciado a raíz de que la niña asegurase en el año 2014 que llevaba un año manteniendo relaciones completas con el varón durante los periodos vacacionales que pasaba en la vivienda de éste, mientras la madre trabajaba como interna en Castrillón.

La tercera jornada de declaraciones tuvo como protagonistas a los psicólogos forenses cuyo testimonio fue reclamado como necesario y llevó al segundo de los aplazamientos, después de un primero motivado porque las comparecencias se alargaron más allá del horario de funcionamiento habitual de los juzgados. Según fuentes cercanas al caso, los psicólogos habrían testificado que la niña les admitió que había mentido y habrían admitido ante el juez que daban veracidad a la confesión de la menor de que los motivos dados para la denuncia eran falsos.

Pese a la marcha atrás tanto de la niña como su progenitora el proceso sigue adelante y queda visto para sentencia. La existencia de pruebas como un examen de la ropa interior de la niña en el que se detectaron muestras genéticas tanto de la pequeña como del supuesto agresor sustentan la posibilidad de que ambos hubiesen mantenido relaciones sexuales que, incluso en el caso de que fueran consentidas pueden ser consideradas delito porque entonces la niña no tenía la edad mínima exigida por la ley para mantener relaciones.

El entorno del acusado mostró desde el principio su convencimiento de que el camarero era inocente. "No ha hecho nada y se demostrará", aseguró su cuñada a la entrada del juzgado el día en el que se inició la vista, mientras que su abogado se mostraba confiado para que su cliente quedara absuelto. "Habrá sorpresas", indicó, dejando entrever novedades que después se cristalizaron en la retira de los cargos por parte de la acusación particular.