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MARÍA JOSÉ QUIROGA FERNÁNDEZ | Preside la asociación de amas de casa, consumidores y usuarios "Santa María de Covadonga"

"Las mujeres seguimos llevando el peso de la intendencia y el control de la casa"

"Nací en Las Cuestas, a dos kilómetros de Trubia, un pueblo precioso y soleado del que me marché a los 18 años"

María José Quiroga, en la calle Gil de Jaz. MIKI LÓPEZ

María Josefa Quiroga, María José, como la llama todo el mundo, es la presidenta de la Asociación de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios "Nuestra Señora de Covadonga". Nació en Las Cuestas, un pueblo de Trubia que se encuentra a dos kilómetros del núcleo urbano. Allí vivió hasta los 18 años, cuando su hermano y ella convencieron a su padre para que les dejase mudarse a Trubia. Aún hoy recuerda con gran cariño el pueblo, que cuando ella era niña aún mantenía una rica vida dominada por la actividad agraria y ganadera.

El pueblo feliz de la infancia. "Nací en Las Cuestas, a dos kilómetros de Trubia. Allí viví muy contenta hasta los 18 años. Era el típico enclave rural con ganaderías y todas esas cosas que conlleva vivir en un sitio pequeño. Todos nos conocíamos y entre los vecinos había una relación estupenda. Otra ventaja es que está muy cerca de Trubia y de Oviedo, con buenas comunicaciones. Ahora las cosas han cambiado bastante. Hay menos habitantes y muy poca gente joven. Casi todos se van a la ciudad. Los accesos son mejores a partir de la nueva carretera que se inauguró entre Trubia y Grado. Está en un alto y tiene unas vistas preciosas. Cuando era niña me asomaba desde el corredor de casa y veía una nube de niebla que cubría Oviedo. Teníamos sol cuando en otros lugares del concejo helaba. Ahora voy menos , aunque mantengo vínculos con amigos y gente conocida. Casi todos los años suelo ir a las fiestas".

Trubia y la primera juventud. "Vine a vivir a Trubia con 18 años. Mi hermano y yo queríamos salir del pueblo, más que nada por hacer una vida más cómoda. Al final convencimos a nuestros padres. En Trubia trabajé cinco años de dependienta en una tienda. Luego me casé. La verdad es que no era un buen trabajo y lo dejé para buscar otra cosa. Tardé dos años en tener hijos. Tengo una hija de 43 y un hijo de 42. Libremente, decidí que dedicarme a mis hijos y mi hogar era más importante que trabajar. A Dios gracias son buena gente y eso es lo mas importante. Siempre me he sentido muy vinculada a Trubia en todos los sentidos. La verdad es que no me planteo vivir en Oviedo. Para residir en un barrio de las afueras me parece mucho mejor vivir en Trubia. En diez minutos nos plantamos en la plaza de Castilla. También tenemos el tren y el autobús, aunque el ferrocarril ya no es tan cómodo desde que a partir de la operación Cinturón Verde se quitó el servicio de Renfe".

Firme compromiso con el movimiento asociativo. "En los años ochenta fui la primera secretaria de la asociación de amas de casa de Trubia. Fundé la delegación y después, durante unos años en los que me dediqué a criar a mis hijos, seguí perteneciendo a la junta pero me desvinculé del cargo. Más adelante necesitaban una vocal. Después pasé a ser secretaria y luego delegada. En el año 2008 me eligieron presidenta provincial. Empezamos como asociación de amas de casa con la idea de sacar un poco a la mujer de las tareas del hogar. Hace 50 años eran muy pocas las que trabajaban fuera. Era importante ofrecer alguna alternativa a aquellas mujeres, para que viajasen e hiciesen cursos. La que sabía coser enseñaba a las demás, y todo así. Cada una aportaba sus habilidades. En Asturias llegamos a tener mas de 40 delegaciones, ahora son 32. Luego las cosas fueron cambiando".

Los problemas de los consumidores y usuarios. "Hoy en día la asociación se dedica más a asuntos relacionados con el consumo. Seguimos haciendo excursiones y vamos a congresos, pero la actividad ha cambiado un poco. Aún es necesario reivindicar el papel de las amas de casa. A veces es como si no existiéramos, no contamos para nada por no tener un salario, pero somos trabajadoras igualmente. Si la mitad de las amas de casa encontráramos empleo, habría que construir muchas guarderías, centros día y residencias geriátricas. Nuestro papel en la sociedad es relevante".

Los necesarios cambios sociales. "El mundo ha cambiado y hoy los matrimonios jóvenes organizan su vida de forma diferente. Aún así, las mujeres siguen llevando el control de la intendencia de la casa. La razón exacta no la sé. Tal vez sea porque se lo inculcamos a nuestras hijas de una forma inconsciente. Estaría bien que realmente todas las tareas se repartiesen al 50 por ciento. Todavía no hemos alcanzado ese punto de igualdad al cien por cien, que es el deseable. El hombre debe implicarse más en el trabajo del hogar y en el cuidado de la familia. En estos años de crisis la asociación ha pasado épocas difíciles, perdimos recursos, pero a cambio, logramos que la mujer se implicase mas. Antes asistía poca gente a la charlas y ahora las mujeres están más abiertas a aceptar las cosas.

El esplendor perdido de Trubia. "Trubia tuvo su época de esplendor en los años 40 y 50. Se trataba de un núcleo rural con teatro, cine, plaza de abastos, colegio privado, economato, casino y pista de baile de verano y de invierno. Precisamente a mi marido lo conocí en un baile en Trubia. Siempre fue un pueblo muy aficionado a la música. Había orquestas, coral, y ochote. Todo esto era bajo el cobijo de la fábrica de armas que llegó a tener mas de 4.000 empleados. Una que vez que la fábrica fue bajando, el declive llegó a todo lo demás. Ahora todo el mundo tiene coche y la forma de vida cambió. También se han construido pisos nuevos que han atraído a gente joven. Una buena prueba es que sube el número de niños escolarizados en infantil".

La iglesia de San Isidoro y su entorno, un lugar especial. "Uno de mis rincones favoritos de Oviedo, además del Fontán, es el entorno de la iglesia de San Isidoro, Unos tíos vivían en la calle Magdalena y pasaba con ellos mucho tiempo. Todavía me gusta mucho pasear por allí. La verdad es que soy una enamorada de Oviedo".

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