La música clásica y el arte dramático se fusionaron ayer en la plaza de la Catedral de Oviedo. Una unión propiciada por la iniciativa de los "microconciertos teatrales", una innovadora idea integrada en el programa de los cursos de verano de la Escuela Internacional de Música de la Fundación Princesa de Asturias.

Agonizaba la tarde cuando cuatro escenarios singulares se dispusieron alrededor de la plaza: cada uno de ellos contaban con asientos en los que el público, no más de dos personas cada vez, iría pasando para disfrutar del espectáculo. Cuatro escenarios y otros tantos instrumentistas para amenizar la velada: una violinista, una flautista, un pianista y un oboísta. Todos acompañados de actores y actrices que respaldaban a los músicos en su interpretación de piezas de cuatro genios de la música clásica: Bach, Mozart, Beethoven y Haendel.

Manu Lobo, uno de los actores que participaba en la actividad, asegura que "es una idea en la que se plantea un ambiente íntimo y a la vez estás siendo observado por todo aquel que pasa por la calle". Y añade: "Me encanta mi representación porque juegas un poco con la incertidumbre de no revelar hasta el final quién es el personaje".

Muchos fueron los curiosos que se acercaron por allí. En su mayoría se lo encontraban por casualidad mientras hacían turismo, pero también hubo quien fue expresamente a verlo. Como Paula González, una ovetense que se pasó por allí porque, asegura: "Está muy bien el concepto de hacer de la música clásica algo divertido como esto y además de forma gratuita". Una opinión que suscribía un grupo de adolescentes, estudiantes de los cursos de verano de la Fundación, para quienes esta idea es realmente innovadora y útil para fomentar la música clásica. Una de ellas, Maruja Meppelink, cree que "esto es bueno también para que los niños que pasen por aquí comiencen a interesarse por los diferentes instrumentos".

Entre los participantes había muchos padres de alumnos de la Escuela Internacional de Música, que acompañan a sus hijos durante su estancia en Oviedo. Alfonso Travieso y Ascensión Merino son padres de una de las alumnas de los cursos de verano, y fueron de los primeros en participar de los microconciertos. "Es muy bonito poder disfrutar de buena música y teatro en este entorno privilegiado", dice Alfonso Travieso.

Y es que la localización tenía también bastante protagonismo. Fueron muchos los turistas que, al ir a visitar la Catedral, y se sorprendieron al encontrarse con los escenarios. María y Lucía García, dos malagueñas que hacían turismo, decidieron sentarse a disfrutar de uno de los conciertos. Y no se arrepienten: "Creo que es algo que se debería repetir en todos los lados, a mí personalmente me ha encantado", concluye María García.