"Sólo queremos volver a la normalidad y dar por zanjado este mal trago". Esos son los deseos de Myriam Cañal, una de las cuatro personas que desde el incendio de un bazar chino el pasado 9 de febrero no han podido volver a vivir en sus pisos del número 36 de la avenida de Pumarín. Las dos familias afectadas recibieron la pasada semana la esperada noticia de que por fin pueden acceder a sus casas y acometer las obras que les permitan recuperar su vida cotidiana de manera inminente. Ahora sólo piden culminar los trabajos y acabar con casi seis meses en los que estuvieron "atados de pies y manos" por la demora en las investigaciones policiales -cuyas conclusiones todavía se desconocen- y la necesidad de garantizar la seguridad de la parte baja del bloque.

Varios operarios trabajaban ayer a destajo en la casa de Cañal, a la que ni siquiera le apetece ya hablar de lo sucedido en febrero. "Sólo quiero acabar las obras cuanto antes y volver a mi casa", admitió la mujer, que reconoció que los daños sufridos por el piso eran considerables. "Tengo que cambiar todas las ventanas", lamentó la mujer.

La culminacion de otros trabajos permitieron que los vecinos de los pisos C y D de la primera planta pudieran retornar de su exilio en viviendas de alquiler y de familiares. "La comunidad se encargó de reforzar la estructura del inmueble para garantizar la seguridad de los pisos más afectados", señaló el portavoz vecinal y administrador de la comunidad de propietarios, Alberto Fernández, que recordó que los trabajos culminaron hace dos semanas, dando luz verde a la entrada de los vecinos hace escasos días.

La comunidad de vecinos se centra ahora en desbloquear la situación de la nave calcinada por las llamas. El hecho de que todavía no estén aclaradas las causas del fuego, unido a la falta de acuerdo entre las tres aseguradoras implicadas (la de la comunidad, la del propietario del bazar y la del propio bazar), impide abordar, al menos en el corto plazo, la limpieza y posterior arreglo de las instalaciones industriales. "El mes de agosto lo damos por perdido para avanzar, pero no descartamos a partir de septiembre emprender acciones legales si la situación sigue parada", sostiene Fernández.

Sobre el hecho de que entre los materiales acumulados en la nave incendiada haya sustancias tóxicas como el amianto de la uralita que cubría el bazar oriental, la comunidad de vecinos no cree que sea un asunto especialmente preocupante. "Creemos que el nivel de contaminación actualmente es cero y lo que vemos prioritario es retirar los escombros acumulados en la zona", indican.

De todos modos, el representante del bloque de viviendas afectado reconoce que ha habido "avances" en las negociaciones. Concretamente, indica que el acuerdo entre la aseguradora de la comunidad de vecinos y la aseguradora del propietario del inmueble anexo es total y sólo faltaría que la compañía contratada por los arrendatarios del comercio se sume al mismo.

Con la próxima vuelta a sus casas de los cuatro últimos vecinos que siguen viviendo de alquiler o de prestado se culmina un proceso que en un principio obligó a desalojar a 20 familias de las que 18 pudieron volver a sus casas tras pasar una semana en distintos hoteles y pensiones del barrio.

Por su parte, los propietarios del local en el que se ubicaba el bazar chino donde se iniciaron las llamas continúa sin poder acometer reformas, al menos en el interior del mismo. Este permanece hoy día lleno de hollín y las únicas labores que se pudieron realizar en su interior fueron las imprescindibles para las investigaciones.