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La Zoreda llora su aislamiento

El cambio de cabecera de la línea de autobús que pasa por La Manjoya da la puntilla a un vecindario desesperado: "Estamos abandonados", afirman

Sobre estas líneas, el único edificio construido en La Zoreda, ante una parcela en estado de abandono. Arriba, a la izquierda, la maleza invade un tramo de escaleras. Al lado, el edificio del consultorio médico. LNE

"Tengo el pleno convencimiento de que este proyecto va a salir adelante y de que La Manjoya se va a convertir en una zona privilegiada de Oviedo". En septiembre de 2008, la constructora que había diseñado poco menos que un paraíso junto al bosque de La Zoreda ya estaba quebrada. Aun así, el entonces alcalde, Gabino de Lorenzo, confiaba en que el proyecto podría salir adelante sin ellos. Nueve años después, no hay rastro de esos "privilegios". Al contrario, el millar aproximado de personas que habitan las únicas tres fases que llegaron a levantarse sienten un "total abandono". Y el último cambio que el Ayuntamiento ha incorporado a la líneas de autobús les ha dado la puntilla. Cuando sea efectivo, ya no tendrán línea directa y estarán obligados a ir hasta el Centro Médico para hacer transbordo. "Ya no pedimos todo aquello que nos prometieron, pero que no nos quiten lo básico", lamenta una vecina.

De todo el complejo proyectado en los terrenos de la antigua Fábrica de Explosivos de La Manjoya, sólo se construyeron 405 viviendas, casi todas ocupadas. La quiebra de la promotora Urazca dejó el plan en manos de Caixa Galicia -que tampoco existe hoy en día-. La entidad bancaria asumió sólo una parte del ambicioso plan. "Hablaban de hacer una especie de club social donde habría piscinas, pistas de tenis y hasta un centro comercial", comenta una de las vecinas. Finalmente, todo quedó en un solitario edificio de lujo, en medio de la nada y a cuatro kilómetros del centro de Oviedo. Los vecinos aseguran que no se arrepienten de la compra, pero el entorno no es el que entonces imaginaron.

Algunos huían del centro hacia un entorno más tranquilo, aunque ahora ven su descanso alterado por carreras ilegales de coches, que encuentran un paraíso en los enormes viales vacíos. "Es necesario que haya badenes, cualquier día hay una desgracia. Las rotondas son muy abiertas, el circuito perfecto", comenta Silvia García, trabajadora de la farmacia, el único negocio de la zona. Porque en medio de la nada no hay panadería, ni supermercado, ni banco... Sólo una sidrería, ya algo apartada, que hace para estos vecinos las veces de bar-tienda.

El cambio en los autobuses hace mella en una moral colectiva ya bastante tocada. "Aquí la mayoría son matrimonios jóvenes, con niños que van a colegios como la Gesta. ¿A qué hora tendrán que coger el autobús para llegar puntuales a clase, teniendo en cuenta que en el Centro Médico tendrán que coger otro?", se pregunta Lorena Fernández, una madre directamente afectada. "Impulsan un Oviedo verde, un Oviedo ecológico, piden que no usemos vehículos privados para no contaminar... y luego nos quitan los autobuses", añade otro de los vecinos, David Cuesta.

El tren tampoco parece la mejor alternativa. "Ir a la estación de El Caleyo es una aventura", relata Hugo García: "A las siete de la mañana solo están encendidas las farolas de una acera, y no todas, solo la mitad. La estación está rodeada de matorrales, y tenemos que ir iluminando con la linterna del móvil".

Otro quebradero de cabeza es el consultorio médico. El edificio, lleno de hiedra y rodeado por matorrales, tiene los cristales de las ventanas rotos. "Para que el doctor venga hay que avisar con tiempo, y si solo es un paciente, no viene", añade Sara Fernández, usuaria del consultorio. No hay pediatra, ni les ponen inyecciones. Tienen que ir hasta Otero. En autobús, con transbordos.

Lamentan la escasa limpieza de sus calles, los matorrales que invaden aceras, las baldosas rotas que nadie repara, la basura acumulada en los contenedores, a la espera de un camión que pasa dos veces a la semana, pasto ideal para ratas y gatos callejeros... "Pagamos el mismo IBI que en Montecerrao, 700 euros aproximadamente, y tenemos servicios rurales. ¿Por qué no tenemos los mismos derechos que el resto de ovetenses?", clama el barrio que llora su aislamiento.

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