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TETÉ MENÉNDEZ ÁLVAREZ

"Hay que concienciar a la gente desde niños para evitar el abandono de perros"

"Cuando me mudé a la casa de Allence (Pravia) mi vida cambió para bien; por fin vivo donde siempre quise y haciendo lo que me gusta"

Teté dando forma a los tortos A. PAREDES

Si hay algo que define a Teté Menéndez Álvarez es su cordialidad, la pasión con la que habla de su vida actual y el profundo amor que siente por los animales. Quienes la conocen dicen de ella que, como amiga, es perpetua, eso y además que cocina muy bien y, cuando lo hace para la gente que quiere, aún le sale mejor. Esto último lo afirma ella misma; "yo, como buena asturiana, no tengo medida. Cuando viene la gente a comer a casa hago de todo y abundante, que no quiero que se diga que de mi casa se sale con hambre", afirma sonriendo.

Teté Menéndez tiene un "don" para con los animales ya desde niña, una capacidad que le ha servido para convertirse en una excelente profesional tanto como cuidadora animal, como educadora y adiestradora. Ella misma explica cómo fue su evolución profesional. "Estuve unos años trabajando en hostelería para, con el sueldo, pagarme los estudios y cursos de formación necesarios para dedicarme, como profesional, al cuidado y la atención de mascotas. Hice auxiliar de veterinaria y ATV y también me formé y tengo las titulaciones como cuidadora animal, educadora y adiestradora. Lo cierto es que sigo formándome y lo último que hice fue un curso de terapias con perros. Trabajé también mucho tiempo en refugios de animales".

Pasó su infancia en la barrio ovetense de Teatinos, del que tiene recuerdos muy entrañables. "De pequeña Teatinos y Pumarín eran barrios muy familiares donde nos conocíamos todos. De las zonas que más me gustan de Oviedo están Santullano, San Julián de los Prados y la zona del parque. Recuerdo que cuando era una niñina había allí una lechería y me encantaba ir a ver a las vacas", dice mientras da forma y fríe los tortos.

Hace dos años vive donde siempre quiso, en el pueblo de Allence, en el valle de Arango, en Pravia, y en una preciosa casina familiar conocida por "El Molín de Abajo". "Mis orígenes, por parte de mis abuelos, son del valle de Arango. Cuando me mudé aquí mi vida cambió para bien, por fin vivo donde siempre quise y haciendo lo que me gusta: prestando mis servicios para mascotas con un cuidado personalizado canino. Cuido y atiendo principalmente perros haciendo siempre un trabajo de socialización, aunque también atiendo gatos. Tengo clientes de varias zonas pero sobre todo de Oviedo", dice.

Su trabajo se hace visible en las redes sociales gracias a su página "Good Dog". Ella, como buena amante de los animales, denuncia el incremento del abandono animal y señala que "sólo la concienciación y educación de las personas, desde niños, de que los animales no son juguetes ni fruto del capricho, igual podemos hacer algo. Cuando se tiene un animal se adquieren unas responsabilidades. El abandono no es sólo dejarlo en un descampado o una carretera e irse, abandono es también cuando, después de estar con un familia, lo dejan atado a la puerta de cualquier refugio".

Teté no tiene más que buenas palabras para sus vecinos. "He sido muy bien recibida y me tratan muy bien. Siempre hay alguien que se acuerda de mi güelos, o te dicen toma estos tomatinos, mira que me sobraron estos fréjoles, en fin, que estoy encantada de vivir aquí, levantarme escuchando a los pajarinos, ir a pasear con los perros junto al río y además trabajar con los animales", señala ella mientras acaricia a su perra Nany y a su perro Yacko, animales que, en su día, fueron abandonados y tuvieron la suerte de ser acogidos como un miembro más de la familia de Teté Menéndez, a quien adoran. Lógico.

Elaboración

En un bol se echa la harina de maíz y un poco de agua templadina además de unas pizcas de sal. El agua hay que ir añadiéndola de tal forma que se pueda ir amasando la harina y formando una masa que resulte más o menos compacta. Siempre se puede añadir más harina en caso de si no se logra la masa, hasta conseguirla. Una vez hecha ésta se deja reposar entre una a dos horas cubierta con un trapo.

Luego se van cogiendo pequeñas bolas de la masa y, sobre un trapo húmedo, para evitar que se pegue, se van aplastando y dando forma con la mano. A mi me gusta que salgan irregulares, por eso lo hago así. Luego, una vez hecho el torto, se pone a freír en aceite caliente controlando que hinche un poco pero sin que se pase. Entonces se saca y se pone sobre papel absorbente para que coja el exceso del aceite y quede sequín

y no aceitoso.

Se acompaña, por encima, la gusto. En este caso uno va con huevo frito y picadillo y los otros con jamón natural, queso de La Peral o cecina. También vienen bien unos pimientos del Padrón fritos.

Si desea participar en esta sección con su receta llame al 985279700 y póngase en contacto con la redactora o bien escriba a aparedes@epi.es.

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