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Tocar en la calle para pagar el Conservatorio

"La gente en Oviedo es agradecida y sabe de música", dicen los artistas callejeros que se ganan unos euros por la ciudad

Tocar en la calle para pagar el Conservatorio

Noelia García toca la viola y Carlota Izquierdo el violín; muchos días, "cuando no llueve", lo hacen en la calle. Detrás no hay una historia dura de bajos fondos. Madrileña y oscense, estudian en el Conservatorio. Es caro. Por eso salen con su música a endulzar el paso de la gente en la calle Cimadevilla o junto la iglesia de San Juan. "Con lo que sacamos ayudamos a nuestros padres con el pago del máster", cuentan las dos jóvenes, de 23 años ambas. Aunque en verano las calles están repletas de turistas, ellas se quedan con la gente de Oviedo. "Son los que más se paran y son muy agradecidos".

Detrás de cada músico callejero hay una historia y no siempre es la más agradable de contar. "Puedo estar cinco o seis horas entre la Magdalena y la Rúa", dice Daniel (nombre ficticio), un tipo que toca en la calle "por necesidad", con una guitarra que suena a Renacimiento y algo de clásico. "Es un regalo para el oído", dice Tomás Luis Sordo, un ovetense que escucha la guitarra callejera de Daniel.

Pedro Conde es un ovetense que versiona pop español con la suya en la calle Águila desde hace cinco años. "Algunas calles son muy duras", aunque también le han hecho de escaparate y alguna actuación en locales le ha salido. "Tuve discos para vender, pero los terminé con la gente que se quedaba a escucharme por aquí", presume.

Bajar la calle Eusebio González Abascal es encontrarte con la guitarra y el estilo flamenco de Miguel Gabarri. Su historia, como la de muchos otros, es la de tocar por necesidad, desde los 12 años. Es ovetense, "pero de procedencia andaluza", ha tocado en las calles de media España y dice que el flamenco hay que sentirlo. "Si no lo sientes, no lo aprecias".

Los hermanos rusos Lagutik -Valeriy y Vitaliy- son habituales en las calles. "La gente en Oviedo sabe de música y sabe qué escuchar". Son acordeonistas, tienen títulos superiores de música y han grabado ya doce discos. La calle, para ellos, es un escaparate. En 2013 tocaron con la Banda de Música "Ciudad de Oviedo.

La calle Pelayo es bullicio comercial, aunque la trompeta de Dace Apsite, afincada en Oviedo desde hace un par de años, eclipsa el ruido urbano. Esta músico profesional de origen letón, ha tocado por toda España. "Los que se paran es porque tienen que ver con la música", sentencia.

Lászlo, nombre ficticio porque prefiere guardar el anonimato, toca el violín desde los seis años. Tiene también su formación completa y cuenta que llegó a tocar con grandes artistas como Luciano Pavarotti y en grandes orquestas que le hicieron viajar por toda Europa del este y Alemania. Aunque él empezó en Hungría. Cómo muchos de sus compañeros de profesión vieron en España una oportunidad para comenzar gracias conocidos que tenían en el país. Sus rutinas suelen duran unas siete horas, y aunque ahora mismo el turismo sea mayor, por el invierno le va mejor. "La gente prefiere ir a la playa que quedarse en la ciudad", afirma mientras toca en una calle Uría casi desierta. No obstante él seguirá llenado la calle con su música clásica.

Son historias de música callejeras. Siete vidas y formas diferentes de tocar en la calle, con el denominador común de que es la música lo que les mueve cada día para salir con sus instrumentos a llenar la ciudad de acordes y rasgueos. "Dan mucho ambiente", afirma una persona, mientras otras se paran, escuchan y se emocionan con el lenguaje universal.

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