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RENATO MIGUENS | Hostelero

"Llega un momento en que si no ves a un cliente dos días temes que le haya pasado algo"

Me gustaría montar más negocios pero no sidrerías; tener una vinoteca, por ejemplo, es mi asignatura pendiente

"Llega un momento en que si no ves a un cliente dos días temes que le haya pasado algo"

Renato Miguens (Gijón, 1980) es uno de los ya escasos chigreros -en el sentido más tradicional de la palabra- que sobreviven en la segunda década del siglo XXI en Asturias. Desde su sidrería La Caleyina, situada en la Calle Fierro de Oviedo, frente al mercado del Fontán, pregona una fusión entre el concepto clásico de hostelería y la nueva ola que llega empujada por las nuevas generaciones. "René", como es más conocido, es una de las caras visibles de la campaña de publicidad de sidra con denominación de origen (DOP). En ella se le identifica como "chigrero auténtico", probablemente las dos palabras que mejor le describen.

Hostelero desde la cuna. "Yo nací en Gijón, en un hospital que se llama el Carmen, que a día de hoy ya no existe. Estaba en pleno centro. Me crié en el Entrego y después, con catorce años y medio, tenía que tomar una decisión sobre qué hacer con mi vida. Si iba a estudiar, si iba a seguir con el negocio de mis padres o qué iba a hacer. Mi padre estaba en la mina y mi madre regentando una sidrería en El Entrego. Pude haber tirado por la minería, pero tenía más miedo que vergüenza. Acabe octavo de E.G.B. y mis padres me mandaron a Oviedo con unos amigos suyos para buscar qué podía estudiar que me gustara, si de verdad no quería seguir con la minería o con el negocio familiar. Empecé a buscar a qué me podía dedicar y el dueño de una cafetería se ofreció a enseñarme la profesión de hostelero, mientras me aclaraba con qué quería hacer".

La forja del chigrero. "En la cafetería era más fácil que en la sidrería de mis padres. Me empezó a gustar el servicio, la atención al cliente, ser educado con ellos...Era una cosa que me atraía. De aquella, el presidente de la Escuela de Hostelería me dijo que tenía madera y que debía estudiar restauración. Decidí probar con unos cursillos para iniciarme, los saqué, estudié la base de la hostelería y después me profesionalicé en la escuela. Luego me fui de la cafetería a una sidrería muy conocida en Trascorrales. Me acostumbré al ritmo de trabajo y decidí ir a Gascona, porque me ofrecía una vuelta más de tuerca".

Amor entre culetes que da paso al ladrillo. "Estuve cinco años allí de fijo, y alguno más de extra. Pero ocurrió una cosa muy curiosa. Con 20 años empecé en Gascona y ahí conocí a la que ahora es mi pareja, 17 años después. La relación se puso seria y a los 25 por amor, por locura, dejé la hostelería. Quería más tiempo libre para que la relación fuera a más. Así, empecé a trabajar en la construcción de peón. Estuve siete años. Era todavía el boom del ladrillo en España, pero fue con mala suerte, ya que a los dos años se empezó a hablar de la crisis económica. Entonces hubo que tomar otra decisión, que fue montar una empresa de cristalería con otros dos socios. El jefe cerraba la empresa, así que era o eso o volver a la hostelería. La verdad es que no nos fue ni bien ni mal, nos fue como nos fue. Estuve dos años, casi tres, con ellos".

El retorno a los orígenes. "En ese punto tuve claro que lo mío era la hostelería y que quería montar un negocio. Volví a Oviedo y después de estar un año dando servicios y extras en varios establecimientos, encontré por fin lo que ahora es La Caleyina. Es de las pocas sidrerías, en el sentido tradicional, que queda. Y una de las más antiguas del casco viejo. Más de 126 años. Sobrevivió a un traslado desde la actual calleja de los Huevos, cuando se amplió la calle, hasta el local actual. En 1980 sufrió una reforma hasta como está actualmente. La familia de mi mujer estuvo muy vinculada con los viejos dueños. Yo mismo viví de joven en esta zona. Gracias a nuestro círculo de amigos llegó la oportunidad de montar mi propio negocio aquí y ahora ya hacemos dos años abiertos".

Un día a día enriquecedor. "El trato con el cliente habitual es muy bueno. Conservamos la clientela que estaba con el anterior dueño, gente de edad avanzada, además de la juventud, que venimos con otras ideas en la cabeza, una nueva forma de entender la hostelería. La base que aprendí de joven en la primera cafetería me ha venido muy bien para conocer el trato respetuoso hacia el cliente. Luego, con el tiempo, vas viendo que son gente como tú, abierta, que están bien en el bar. Queda una clientela muy variada, de todo tipo y nos llevamos muy bien. Las conversaciones con el cliente lo hacen mucho más ameno todo. Los vas conociendo poco a poco y llega un momento en que si uno no te viene dos días empiezas a preocuparte por si le pasó algo. Que si marchan un sitio o a otro. Haces pequeñas y grandes amistades"

Abrir nuevos negocios y formar a los jóvenes. "La hostelería si te viene de cuna, de familia, sí que la aprecias. El problema es que hay jóvenes que la usan como último recurso porque no encuentran otra salida laboral. Lo mejor es si aterrizan en bares donde se molesten por formarles, por enseñarles este oficio. Resulta raro decir que con 37 años eres maestro de los jóvenes. Pero ya tuvimos aquí un par de camareros jóvenes a los que les metimos el gusanillo de la profesión. Más allá de formar, espero montar más establecimientos en los próximos 30 años. Este pequeño negocio, que es una sidrería, ya lo tenemos más o menos dominado y me haría ilusión montar otros tipos de negocios. Quizá algo incluso más intimo, otra estructura distinta. No querría siete sidrerías, un imperio no. El siguiente paso en el que estaría muy interesado sería en abrir una vinoteca. Trabajé un par de meses en una y siento que me quedaron asignaturas pendientes. Se trata de un mundillo que, la verdad, también me atrae bastante. Yo no quiero un imperio de sidrerías, prefiero diversificar. Es más enriquecedor".

¿Mi hija, chigrera? ¿Por qué no? "A mí me haría ilusión que la pequeña quisiera dedicarse a la hostelería en el futuro. Si el día de mañana ella me dijera que se quiere hacer cargo de alguno de nuestros negocios, quisiera probar a llevarlo y aprender de esto, no lo vería para nada mal".

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