"Oviedo está rodeado de un cinturón de porquería: el de las aguas residuales que acordonan a la ciudad, siguiendo el curso del río Nora, su receptor. El aumento de la población, el desarrollo experimentado por la industria en los últimos años y el consiguiente y progresivo crecimiento del nivel de vida, han contribuido a que este problema haya alcanzado ahora unas proporciones ciertamente alarmantes. Además, una total falta de previsión terminó por agravar su estado, pues cualquier proyecto de solución que se maneje ha de partir necesariamente de cero".