En la misa y con los regalos, el cura de San Claudio durante estos últimos quince años no pudo reprimir las lagrimas durante la emocionante despedida que ayer le dieron sus feligreses. Luis González llegó a San Claudio en 2002, para hacerse cargo de la unidad parroquial en la que también estaba integrada Loriana, y al año siguiente se le sumaron Sograndio y Santa Marina de Piedramuelle. A lo largo de todo este tiempo ha acompañado a sus vecinos en el devenir cotidiano y en momentos decisivos en su historia, como el cierre de la fábrica de loza. Sus parroquianos se lo agradecieron ayer con mucho cariño, muchos regalos y una larga sobremesa.

Casi doscientas personas, 197 exactamente, le acompañaron en la comida que se celebró en una sidrería de Pruvia. Casi cuatrocientas participaron en el regalo que se le entregó. Tantas contribuciones hubo que Luis González se llevó varios obsequios: un cáliz, un reloj, un maletín y hasta un cheque regalo para gastar en un comercio. El cura se emocionó visiblemente durante la misa, que él mismo ofició y en la que recordó a sus padres y a su hermano gemelo, todos fallecidos.