"A mi edad uno siempre empieza a escribir una novela pensando que no va a acabarla", confiesa Luis Fernández Arias Argüello, que emprendió su carrera literaria bien entrado en años, al jubilarse como médico en las minas de León. Ahora tiene 88 años y pese a esas zozobras existenciales ha completado su cuarto libro, "Crónica ilustrada de un emigrante" (Círculo Rojo), una intriga protagonizada por un emigrante de orígenes asturianos que retorna desde Argentina y acaba por esclarecer la muerte de su padre y con él una cadena de crímenes cometidos por un psicópata.

Luis Fernández Arias Argüello nació en Gijón, pasó su infancia y adolescencia en Pola de Lena y estableció su hogar en León, donde trabajó como médico de la Hullera Vasco Leonesa. En sus libros hay mucho de autobiografía, de sus propios recuerdos y de los que otros le han contado. Su propia vida da para mucho. Cuenta que "los años de la Guerra fueron muy crueles para los niños, jugábamos en la calle con la pólvora y las armas que abandonaban los milicianos". Luego, en la mina, los accidentes y las muertes no eran infrecuentes, hasta siete u ocho muertos en los peores años.

Él siempre disfruto de la escritura pero no tenía tiempo ni ánimo para ello. Cuando por fin se liberó de aquel peso, al fin pudo concentrarse en la creación literaria. Ya había publicado algunos relatos cortos y ganado algún que otro premio, sin más. A partir de la jubilación publicó "Dos guerrilleros", "El señor de Poladura" y "Los últimos mayorazgos". Su nuevo libro, recién editado, es, además de una intriga, una crónica de una época, con algo de crítica social y reflexión vital.

El protagonista, según refiere el autor, intenta superar la muerte de su esposa. Es un emigrante "nostálgico y sesentón", que superada la fase de depresión cobra conciencia de que "envejecer es permanecer" y acaba enredado en una relación sentimental.

Fernández Arias ha llenado las páginas de su novela de personajes inspirados en personas que conoció en su juventud e infancia, como el joven zapatero que se queda inútil por saltar desde un corredor escapando del padre de una chavala. En "Crónica ilustrada de un emigrante" hay hasta un milagro, en el que está involucrada la Virgen de Covadonga.

"El argumento lo acaban determinando los personajes", afirma. Antes de sentarse a escribir, Luis Fernández Arias da vueltas y vueltas a las ideas que tiene en la cabeza y cuando ya las tiene asentadas y ordenadas se sienta a escribir. Esa parte del proceso es rápida, según dice. Se sienta al ordenador y escribe cuando le apetece - "cuando no tengo nada mejor que hacer", apostilla-. Acostumbra a pasar los inviernos en Fuengirola y allí escribe casi toda las mañanas, y muchas tardes desocupadas.

Luis Fernández Arias tiene previsto concurrir con "Crónica ilustrada de un emigrante" a algún certamen literario en Asturias y ya tiene en mente su próxima novela, sobre uno de sus antepasados, Pedro Menéndez Valdés, héroe del asedio medieval a Gijón. Hace planes a corto plazo y admite que a pesar de la incertidumbre de la edad está entusiasmado con su segunda vida como novelista.