El artista ovetense Israel Sastre dejó hace unas semanas varias obras en los huecos tapiados de lo que hace años eran los escaparates de la tienda de Nicanor El Cerero, frente al Museo de Bellas Artes de Asturias. Sastre pintó sobre el papel paisajes, de ciudades y de interiores; un retrato; una marina, flores, y los pegó sobre sus muros, como en una galería al aire libre. Esa colección de dibujos ha llamado la atención de uno de los miembros más eruditos y venerables del Cabildo de la Catedral de Oviedo, el canónigo archivero, José Agustín Hevia Vallina, que a través de un artículo publicado en LA NUEVA ESPAÑA declara su admiración por las obras y por su autor, cuya identidad le intriga y del que solo conoce su firma, "Isra".

El Ayuntamiento de Oviedo tiene en cartera un plan contra las pintadas que afean las fachadas del casco histórico. Este verano han aparecido algunas sobre edificios monumentales, como la iglesia de San Isidoro, contra los turistas. En ese contexto el archivero de la Catedral ha querido aclarar algunos conceptos, para afrontar la polémica en sus justo términos. Hevia Ballina distingue entre pintadas y grafitis. Entiende que las primeras nos son "nada cuidadas" y se hacen "como a salto de mata". Los grafitis son para él algo muy diferente, "ofrecen un trasfondo artístico" y hay en ellos "cierto aspecto misterioso". "El pintor de los grafiti tiene alma de artista", opina.

Entre todos los que merecen ese calificativo en la ciudad, el canónigo ha reparado últimamente en las obras que Israel Sastre ha dejado recientemente frente al Museo. Cuenta que le gusta acercarse hasta el lugar donde están y contemplarlos. Incluso ha imaginado títulos para cada obra, alguna sustituida ya por nuevas creaciones del mismo artista. Con ellos espera no contrariar a su autor: "Maternidad caribeña de color, con niño blanco", "Nocturno de Nueva York en bosque de antenas de televisión", "Habitación con bombilla de cien". Curiosamente, eso nombres no se alejan del espíritu que anima la obra de Israel Sastre, desenfadada y con un evidente punto gamberro, y que el canónigo ha parecido captar muy bien, solo con observar sus obras.

Sastre, uno de los impulsores de los encuentros de "la alcayata", los jueves frente al Museo de Bellas Artes y en los que artistas consagrados, principiantes y aficionados comparten sus creaciones, está sorprendido por la admiración que sus obras han causado en el canónigo. "Estoy hasta emocionado€ Muchas gracias, paisano", subía a su muro de Facebook hace unas horas.

El archivero de la Catedral se pregunta si el arte de "Isra" será efímero y se niega a creer que vaya a ser así. Elogia su originalidad y confía en que no desaparezcan sus "grafitis" antes de que otros ojos, "con más solvencia", lleguen a contemplarlos.