Llegando a la pubertad empezó a gustarme el escuchar a mi hermano leer poesía. Y así, siendo alumno del catedrático de Literatura don Isidoro Costillas, un día le pregunté cómo encontrar el poema "La vida es sueño". Su respuesta fue contundente: "No es un poema. Es una obra de teatro escrita por Calderón de la Barca". Fue avergonzante para mí y suficiente para buscarla. Eran mis comienzos de entender lo que era un poema y, de paso, llegar a memorizar lo que estaba gustándome a mis 12-14 años.
Bien es cierto que no todo me gustaba o no entendía. Pero sí llegué a memorizar, por ejemplo, el monólogo de Segismundo cuando estaba encerrado en la torre, que así acababa:
"¿Qué es la vida?
Un frenesí
¿Qué es la vida? Una ilusion
Una sombra, una ficción
y el mayor bien es pequeño,
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son".
Más un buen día a mi hermano le regalaron un librito de poemas de Antonio Machado, dedicado a Castilla, y sus poemas también me gustaron, de tal forma que al cabo del tiempo terminé comprando sus poesías completas, de Selecciones Austral, editado por Espasa-Calpe, cuyo precio, como aún figura en su interior, ascendió a 200 pesetas y que ahora les adjunto su portada.
Con este último también memoricé alguno de sus poemas, como el dedicado a Azorin, bajo el título "Desde mi rincón", igualmente aprendido de memoria y que comienza con aquellos versos de:
"Con este libro de melancolía,
toda Castilla a mi rincón me llega;
Castilla la gentil y la bravía,
la parda y la manchega.
Castilla, España de los largos ríos,
que el mar no ha visto y corre hacia los mares.
Y a pesar de no ser buen alumno con don Isidoro, me dio un notable en literatura y hasta en alguna ocasión llegó a decirme: "métase en el despacho, le doy un libro para que se entretenga, pero, por favor, no me revolucione la clase".
Un buen recuerdo de todo ello.