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Jaime Álvarez-Buylla: "Las fiestas antes eran escogidas y ahora multitudinarias"

Jaime Álvarez-Buylla tiene la espinita clavada de no haber podido disfrutar de las fiestas de San Mateo por sus estudios "en una época en la que uno empezaba a sentirse atraído por el sexo opuesto". Sin embargo, este médico jubilado y presidente de la Sociedad Filarmónica tuvo tiempo para acumular recuerdos de las celebraciones, que "antes eran más escogidas y ahora multitudinarias", entre los que guarda especialmente las jornadas memorables de la ópera y los ciclos de "grandes conferencias", organizados por la Sociedad Ovetense de Festejos.

Mira por el retrovisor con añoranza de la época en la que empezó a frecuentar las barracas ubicadas en la calle Calvo Sotelo. "Veníamos los tres hermanos y nos daban algo de dinero para el tiro de un puesto que se llamaba Patiño", rememora sobre unas fechas marcadas por las sesiones del teatro argentino y los conocidos como "Foto X". "Te sacaban una foto y no sé como la trucaban, pero te sacaban sólo el rostro", apunta.

A sus 87 años puede decirse que es una voz autorizada para opinar de lo que para él supuso un gran cambio: la creación de la SOF en 1947. Cree que la constitución de esa sociedad fue un impulso para las celebraciones, que gracias a la creación del desfile del Día de América en Asturias, tres años después, logró repercusión internacional. "El nombramiento de la reina era sonado en toda España", rememora al mismo tiempo que admite que las primeras apariciones de las bailarinas brasileñas en la cita causaron sensación.

De todos modos, sus experiencias más impactantes tuvieron lugar en plena madurez. Cuenta que una de las mejores anécdotas tuvo lugar el 16 de septiembre de 1977 cuando se anunció el fallecimiento de María Callas durante una ópera de las fiestas. "Cuando se anunció la luz se marchó un instante", apunta, para luego añadir que la intervención del musicólogo Antonio Fernández-Cid sobre la figura de la soprano llenó de emoción al público asistente. "Fue memorable".

También añora la celebración de conferencias "intelectuales y de alto nivel" como las que había antaño. Comenta cómo personas de la talla de Valentín Andrés Álvarez, Sebastián Miranda o Francisco Sarandeses encandilaban hace años a los asistentes a sus coloquios "llenos de razón y entretenimiento".

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