Llovió fuerte más o menos durante unos veinte minutos, puede decirse que fue un chaparrón, pero el agua obligó a muchos ovetenses a recoger los manteles y levantarse a toda prisa cuando el tradicional bollo del día de San Mateo aún no se había asentado en el estómago. Eso fue alrededor de las tres y media de la tarde, a la hora de los postres en un Campo San Francisco que estaba hasta la bandera de familias y grupos de amigos disfrutando de uno de los días señalados de las fiestas. Después amainó la lluvia, pero el orbayu siguió durante toda la tarde e impidió que la sobremesa se prolongase en el corazón verde de Oviedo. "Habían dado lluvia y hoy en día fallan poco. Por lo menos no hubo agua por la mañana y nos dejó comer", explica Antonia Casado, que lleva comiendo el bollo en el Campo San Francisco "desde el año 1950".

Y es que por la mañana brillaba el sol y Oviedo paseaba en mangas de camisa. Mientras algunos guardaban sitio en el Campo, otros iban a recoger los bollos a la Plaza de España, donde se repartieron más de 7.000 panes con chorizo y 5.376 botellas de vino por parte de la Sociedad Ovetense de Festejos. Este año, como novedad, se entregaron bollos sin gluten y 240 refrescos entre los niños. Pero no sólo de chorizo viven los ovetenses, en la mayoría de los manteles que ayer se desplegaron por las zonas verdes del Campo, sobre los bancos o en cualquier esquina del parque, había comida para regalar. "Tienes que probar esta tortilla porque está que te mueres", le decía Ángeles Fernández a Honorina Arias mientras le alargaba el plato en el paseo del Bombé.

El variado despliegue culinario iba desde la empanada, hasta la ensaladilla rusa pasando por los filetes rebozados o los pasteles para el postre. "Hay que traer de todo para no quedar con hambre. Es un día para estar con la familia y disfrutar al máximo de la comida, señala Manuela Deago, la "matriarca" de una familia que nunca falta a la cita en el Campo San Francisco y que este año ha sumado un miembro más a la mesa. Se llama Marco Pérez y tiene sólo siete meses. "Quisimos traerlo porque para nosotros es una tradición muy importante y él tiene que empezar cuanto antes a participar de ella", explica su madre, Rebeca Fernández.

Mientras la Banda de Música "Ciudad de Oviedo" hacía una versión alegre y pegadiza de "Gloria", la canción de Humberto Tozzi, cuatro amigas apuraban un vino sentadas en las escaleras que suben hacia la zona del "skate park" antes de ponerse a comer. "Somos compañeras de trabajo, pero nos llevamos muy bien y nos gusta juntarnos cuando podemos. Hoy -por ayer- es un día perfecto para disfrutar de Oviedo y del Campo", explica Carmen Otero.

En otro punto del parque Maxi Gutierrez y Maribel Álvarez bailaban agarrados al son de la gaita de Arturo Parugues. "El que no lo pasa bien es porque no quiere. Nosotros venimos todos los años y siempre nos divertimos", explica tras acabar la pieza. Son de los fieles, de los que piensan que el bollo de San Mateo es para comerlo en el Campo, al igual que Susana Sánchez, otra de las ovetenses que ayer disfrutó de la comida junto a su familia. "Las tradiciones hay que mantenerlas. El Campo San Francisco es un parque muy ovetense y los vecinos de esta ciudad lo queremos mucho, por eso venimos siempre aquí. Ir a comerlo a otras partes es separarte de la gente cuando se trata de pasar un día juntos", subraya.

No piensan lo mismo los ovetenses que dieron cuenta del bollo en Fozaneldi, una mesa a la que se apuntaron los integrantes de Somos con la vicealcaldesa Ana Taboada a la cabeza.