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Fernando Alba: "En los años 70 las fiestas eran más reivindicativas"

El escultor disfruta "moviendo el esqueleto" por los chiringuitos y aún recuerda un concierto de Lluís Llach en la Transición

El escultor Fernando Alba, ayer en el Campo San Francisco, asomado a uno de los carteles de San Mateo en los que se fotografía la gente. MIKI LÓPEZ

Lo primero que se le viene a la cabeza a Fernando Alba al evocar sus primeras fiestas de San Mateo son los conciertos de Lluis Llach y de algún otro cantautor en la misma onda. También alguno de flamenco y otro de jazz, especialmente memorable, dice, en la plaza del Fontán. "Tengo un recuerdo gozoso, de descubrir ese nuevo mundo, las actuaciones en directo, impactantes y reivindicativas", comenta el artista, que tiene entre sus premios el Nacional de Escultura. "En los años 70 las fiestas eran más reivindicativas", refiere, y estaban "matizadamente politizadas. Todo entonces era política y alusiones a un futuro mejor, todo estaba teñido de reivindicaciones, de esperar mundos nuevos que, con el paso del tiempo, fueron quedando mermados".

Fernando Alba había nacido en una aldea de Salas y por aquel entonces vivía en Grado. Hasta los veinte años no vino a las fiestas de San Mateo. "Me gustaba dar una vuelta, participar en los chiringuitos, y la fiesta en sí. Las de San Mateo son las fiestas de casa", cuenta.

Asegura que él no es de entretenerse mucho en los chiringuitos, que supusieron toda una revolución festiva en la ciudad y de cuya llegada, a principios de los años 90 del siglo pasado, él fue testigo, pero en los "sanmateos" de Alba hay un par de paradas indispensables, dos clásicos: "El Rincón Cubano" y "El Pinón Folixa". El escultor dice disfrutar "moviendo el esqueleto" en los conciertos. Y dejándose llevar. Este San Mateo tenía la intención de acercarse hasta la plaza de la Catedral para escuchar a "Chambao", pero algo le entretuvo por la calle y no llegó. Anoche no descartaba dejarse caer por el concierto de "Fangoria".

Uno de los escenarios de las fiestas de San Mateo que más le gustan es la plaza del Paraguas. "Tiene un punto diferente, es donde se encuentra alguna sorpresa, que se cuela por resquicios más comprometidos con la creación", según dice.

Cada uno, dice Alba, vive las fiestas "de manera diferente, desde su época y su juventud". "La fiestas mueven a toda la ciudad, luego los intereses se van compartimentando y hay ambientes para todos", opina.

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