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Qué noche la de aquel día

Miguel Ríos pasó la noche de San Mateo en el calabozo después de que la suspensión de su concierto de 1982 acabara en tumulto

Miguel Ríos se dispone a declarar en el Juzgado. VÉLEZ

Un chaparrón como el de ayer, un día cualquiera de San Mateo, puede acabar con cargas policiales, tráfico colapsado, lunas rotas, coches volcados, siete heridos y una estrella del rock en el calabozo si estuvieras en el año 82 y fuera el "Rock'n'Ríos" el que va a tocar esta noche para ti.

Aquel verano, un mes antes de la mayoría absoluta de Felipe González todavía con Luis Riera de Alcalde, Mike y su montaje era lo más parecido en España a Jagger y los suyos. Aunque los aparatos de los "Rolling Stones" fueran mejores, se dijo, Miguel Ríos traía láser y vídeo, el colmo de la tecnología puesta al servicio de un espectáculo de masas.

Así que los equipos de Miguel Ríos empezaron a llegar a la plaza de toros de Buenavista a las diez de la mañana. En Oviedo hacía sol y el personal se lanzaba a comer el bollo al Campo de San Francisco. A las dos, ellos también pararon para comer. Pero a las cuatro empezó a llover y no paró durante dos horas. Dentro de la plaza de toros, el equipo ya estaba tapado con una lona y el notario Jose Antonio Caicoya se disponía a levantar un acta demoledora: "Escenario chapucero, se reblandece con el agua, ausencia de toldo, viga deteriorada, balda con huecos, peligro de que los músicos se caigan, insuficiente para el peso del equipo, diferenciales sin protección de corriente en caso de cortocircuito".

Mike dijo. "Si tocamos aquí, nos quedamos fritos". No podía saberlo entonces, pero siete meses más tarde, en Gijón, estaría encima del mismo escenario en el que horas después Alberto (Martínez Berciano "Berto Turulla") moriría electrocutado.

El caso es que Mike mandó a parar y a recogerlo todo mientras en el exterior buena parte de las 13.000 personas que habían pagado sus 450 pesetas que costaba la entrada empezaban a inquietarse. Todo fue a peor cuando a las ocho y media de la tarde sacaron el cartel: SUSPENDIDO POR LLUVIA. DEVOLUCIÓN DE DINERO EN EL ESCORIALÍN.

La policía nacional tomaba posiciones y pidió por megáfono a la turba que se dispersara. Pero la peña gritaba, insultaba y empezaba a lanzar objetos contra los furgones de Miguel Ríos. La mecha la encendió el chófer del grupo, John Ward, cuando se bajó los pantalones dentro del autobús y ofreció como respuesta a la masa enfurecida la visión de su culo blanco y británico. Ahí fueron las cargas policiales, ahí los botes de humo, los coches volcados, los heridos (leves), las carreras y el caos. A Mike se lo llevaron al calabozo por desorden público y pasó la noche recibiendo llamadas de Alfonso Guerra, Narcís Serra, Víctor Manuel, Serrat y Amnistía Internacional mientras se hacía fotos con los maderos.

Fueron 32 horas en las mazmorras y 45 minutos declarando ante el juez. A la una y media de la tarde fue puesto en libertad y a las cuatro dio una rueda de prensa en la que contó que tenía previsto actuar en la campaña electoral del PSOE y que aquello había sido "una cacicada política con fines electoralistas". "Esto tiene un clara intención de cargarse el rock. Aquí en Asturias los poderes fácticos los tiene la derecha, pero yo tengo las canciones y la imaginación".

Pasaron quince años hasta que Miguel Ríos volvió a Oviedo. "Estoy contento de volver a estar en Oviedo, la última vez eran otros tiempos".

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