Ni la incesante lluvia ni los problemas del directo impidieron que Rodrigo Cuevas saliera ayer triunfal de la plaza de la Catedral. El "agitador cultural", como se define a sí mismo, capeó el temporal y un fallo de sonido de media hora a base de canciones "a pelo", chistes y monólogos. Cuevas retuvo, así, a cientos de seguidores, paraguas en mano y en total silencio, en la plaza durante la hora y media que duró su concierto, un verdadero espectáculo de variedades.

En total fueron alrededor de una docena de composiciones -piezas improvisadas aparte- las que interpretó el artista asturiano, que por primera vez deleitó al público ovetense con la canción "Oreces y Máximo", y que recompensó la paciencia del público con la canción que le hizo saltar a la fama, "El Ritmu de Verdiciu". Fue justo para este último tema para el que el micrófono volvió a funcionar, permitiendo que se le escuchase y amplificar de forma improvisada las notas de un acordeón que no había logrado recuperarse del fallo técnico y seguía sin sonar por los altavoces de la plaza.

El ingenio, la gracia y la sangre fría de Cuevas fueron claves para que los espectadores no se marcharan cuando encaraba la recta final del concierto. Poco después de interpretar las canciones de Tino Casal "Embrujada" y "Pánico en el Edén", el sonido se fue, y Cuevas, lejos de ponerse nervioso, se aferró a la pandereta y empezó a entonar vaqueiradas.

Lo que empezó como un intento de ganar tiempo para que el equipo técnico arreglara el problema se convirtió en un pequeño recital "a pelo", sólo voz y acordeón acústico, y el inicio del "cuento del toro Barroso", una fábula en verso que finalmente pudo completar con el micrófono de nuevo operativo.

La forma de actuar de Cuevas frente al imprevisto le hizo ganarse el favor de un público hasta entonces casi inmóvil bajo los paraguas. "Artista, que eres un artista", le gritó un espontáneo mientras cantaba sin sonido, a la vez que se sucedían los comentarios alabando su tesón. "Lo que está haciendo no lo he visto hacer a nadie", comentaba una mujer que ayer lo vio actuar por primera vez.

El humor tuvo buena culpa de la entrega de los presentes, a los que Cuevas invitó desde el principio a no temer miedo a la climatología. "Mirad a la lluvia y agradecedla, porque así no hay sequía, tenemos verde y tenemos mejor el cutis", espetó provocando las carcajadas de los incondicionales ganados a pulso.