Multitudes en las calles, pero bares de copas vacíos. Así podría titularse un informe que atienda tanto a las evidencias como a las sensaciones de los dueños de los locales nocturnos de Oviedo después de convivir durante las nueve noches de San Mateo con los chiringuitos y con el fenómeno del "botellón".

Los hosteleros no se cortan: "Para nosotros ha sido el peor San Mateo de la historia". Aseguran haber sufrido el castigo de la competencia de las casetas de las fiestas en desigualdad de condiciones porque, aseguran, a estas se les permite saltarse unas normas que ellos tienen que cumplir religiosamente, con el horario de cierre como uno de los caballos de batalla. Varios dueños afirman que la laxitud de los chiringuitos a la hora de echar la persiana les causa grande perjuicios, al invadir el tramo horario en que los bares podrían trabajar en exclusiva. Esta versión choca con la de las autoridades municipales. Consultado ayer por este periódico, al concejal de Seguridad, Ricardo Fernández (PSOE), no le consta tal incumplimiento de horarios y solo señala a un problema relacionado con la superficie que ocupaba una de las casetas.

Los empresarios reconocen que noches como la de los fuegos y las de los fines de semana fueron multitudinarias pero que, aún así, hubo quien se quedó a dos velas. Los días laborables rozaron el drama en algunos casos. "El martes hice 15 euros de caja", indica Víctor Naves, dueño de un bar en el entorno de la plaza del Sol. "Mucha gente bebe y come en los chiringuitos y luego viene aquí a vomitar y a causar problemas", señala Naves, que reconoce el éxito de las casetas del Bombé, pero pide limitar sus horarios. "Algunas verbenas se prolongaron hasta muy tarde y la gente ya no bajó al antiguo", sostiene el empresario.

"Te llegan al bar 'desperrados' y cargados", aporta al debate Pepe Reina, propietario de un local en la zona de la Corrada del Obispo. Afirma que los horarios de los chiringuitos le impiden redondear una buen caja. "No hay margen porque en los días grandes ellos cerraron a las cuatro y media y nosotros tenemos de límite las seis y media". Reina reprocha además al Ayuntamiento que no se les tenga en cuenta para organizar los festejos. "No piensan en nosotros para nada", comenta al mismo tiempo que propone "programar mejor los conciertos y los horarios" y formar "una comisión de expertos" que coordine los intereses de los diferentes agentes implicados en las celebraciones.

Otro hostelero, Roberto Fernández Marca apunta a un "incumplimiento total" de los horarios por parte de los chiringuitos. "El jueves por la noche, que tenían que cerrar a la una y media, hubo varios que siguieron dos horas más impunemente". También detecta mucha "permisividad con el botellón, incluso con menores de por medio". Este año decidió dejar el cierre echado varias noches. "Por primera vez cerré tres días, con este panorama no compensa abrir". Dice haber vivido en su bar cercano a la plaza del Paraguas jornadas en las que seis trabajadores se pasaron más de cuatro horas esperando por los clientes. Y cuando llegan, no siempre es para bien. "Hay veces que estamos llenos, pero nadie consume porque ya vienen cargados de los chiringuitos", explica este hostelero que refleja la cara B de San Mateo, la de quienes no tuvieron unas fiestas redondas.