Dormir, comer, jugar y aprender. Así se podría resumir la actividad de la escuela infantil Dolores Medio, en la Ería. Mientras los más pequeños, los bebés que no suman el año, van cogiendo el sueño acunados por sus educadoras, la actividad en el patio es frenética. Vera tira de una maleta vacía con desparpajo. Dónde irá de vacaciones es un misterio aunque una cosa sí tiene clara: "A la playa voy otro día que ahora voy de playeros". La maleta de Vera forma parte de los materiales de este centro que cuenta con 12 unidades y 156 plazas. Todas llenas.

Que Vera juegue con una maleta ha sido decisión suya. La filosofía del centro es que los niños y niñas interactúen con el material según su grado de madurez y sus intereses. "Procuramos dar la menos indicaciones posibles", comenta Lucía García, la directora del centro que ayer acompañó a la concejala de Educación, Mercedes González, en el acto oficial de inauguración del curso.

En la primera parte del recorrido sólo rompía el silencio el llanto de algún bebé que las cuidadoras se afanaban por calmar meciendo su cuna. "Se portan mejor estos que los de casa", comentaba Mónica García, una de las educadoras. Ella es testigo de cómo estos primeros días de curso -comenzó el 6 de septiembre- los padres "sufren al desprenderse de sus bebés".

La fiesta tiene lugar en el patio. Allí los niños se reparten entre el huerto, el arenero y una concurrida casita de madera. La escuela cuenta también con una sala de música repleta de instrumentos y una sala de luz para la estimulación sensorial de los pequeños. También un gimnasio donde los niños de 2 y 3 años llevaron a cabo una actividad de psicomotricidad. Con tanta actividad, la comida se vuelve fundamental. Una sopa juliana y tortilla de patata con tomate era el menú de ayer. "Les gusta la tortilla y los purés también los suelen comer bien, veremos hoy cómo reciben la sopa", comenta Agustina Canteli, la cocinera. El postre lo pone uno de los grupos de alumnos que preparan un bizcocho para el cumpleaños de una compañera.

A las doce toca la comida y a la una la siesta. Los días pasan y los niños crecen en las siete escuelas de infantil de la ciudad.