La directora del coro de la Ópera, Elena Mitrevska, recibió ayer a la multitud congregada en la plaza del Ayuntamiento con buen humor: "¡Aleluya!, hoy hace buen tiempo en Oviedo". Justo antes la formación había interpretado el Aleluya de manera atípica. Las voces femeninas se pusieron arriba ocupando varios balcones de la Casa Consistorial, mientras que las voces masculinas, el pianista y la directora estaban en la calle sobre una tarima. Una luz fucsia y dos proyecciones en forma de rosetón y tonos amarillos remataron una escenografía muy teatral y fuera del encorsetamiento del teatro tradicional.

Una de las mujeres se separó del resto y salió a un pequeño balcón para animar al público a acudir a la ópera, especialmente los viernes porque las entradas son más asequibles y así "ya no tienen excusa". Además de interpretar grandes clásicos de Donizetti o Mozart, el coro demostró su generosidad al cantar piezas de la temporada lírica actual, en la que entre otras está El trovador (representada estos días en el Campoamor). Formaron parte también del recital fragmentos de El elixir de amor, Andrea Chénier y Peleas y Melisande.

En la plaza no cabía un alma y sólo los más madrugadores lograron coger sitio en las sillas de plástico. El resto, de pie, también se quedó hasta el final.