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MARÍA MARTÍNEZ-SAGRERA | Teóloga y filóloga, hablará hoy, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, sobre abusos infantiles

"El abuso a niños se da en todos los ámbitos sociales, no es marginal y siempre se acalla"

"El problema lo han padecido muchas personas que jamás han hablado de ello, pero que nunca consiguen olvidarlo"

María Martínez-Sagrera. LNE

María Martínez-Sagrera (Córdoba, 1969) es licenciada en Filología Anglogermánica, diplomada en estudios de Ciencias Religiosas y licenciada en Teología. Vive en Sevilla con su marido y sus cuatro hijos y esta tarde, a las ocho, hablará en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA del abuso infantil y la forma de prevenirlo. Martínez-Sagrera acaba de publicar "Infancias rotas", un libro alabado por la crítica en el que afronta una cuestión, de la que, a su juicio, es necesario hablar para buscar soluciones.

- Casi a diario aparecen noticias sobre abusos sexuales a niños, ¿la sociedad está especialmente podrida y corrompida en estos tiempos?

-Precisamente decidí escribir sobre la cuestión por la falta de información que existe en torno a la cuestión. Siempre ha habido abuso infantil. Los casos ni aumentan ni disminuyen, lo que pasa es que ahora se habla de ello. Aún así, lo que sale a la luz no llega a la mitad de lo que sucede.

- ¿Existe un perfil claro de abusador?

-No hay un perfil claro, pero sí características comunes. El abuso se da en todos los ámbitos sociales y profesionales. No es algo marginal. Va con el ser humano. Eso sí, siempre se calla. En psicología el abusador no está considerado un enfermo. Son personas normales con baja autoestima que tienden a disimularla con una apariencia social y humana incluso positiva.

- ¿Esa aparente normalidad es la que utilizan para acercarse a sus víctimas?

-Claro. Los abusos no se hacen de manera violenta. Los niños van con los abusadores porque ellos saben cómo captar su voluntad. En la novela intento mostrar ese juego de relaciones humanas que se mueven en un entorno cercano y amplio que va de la familia al colegio. Por eso muchas veces los delitos pasan desapercibidos.

- ¿Qué pueden hacer las familias para prevenir estos terribles atentados contra los niños?

-Una niña puede estar sufriendo abusos sexuales y la familia no se da cuenta. Muchas veces son parientes o vecinos, alguien del colegio, un monitor de campamento... Con esto no pretendo levantar sospechas ni alarmas contra todo el mundo, pero sí decir que estas cosas pueden pasar en cualquier sitio. También es importante detectar al abusador.

- ¿Qué ocurre cuando el abusador está en la familia?

-Se mira para otro lado. En la novela hablo de ello. Trato de mostrar la realidad como es y a la vez poner una nota de esperanza.

- ¿Un niño que sufre abusos puede llegar a tener una vida normal?

-Es difícil. El cincuenta por ciento de los niños abusados genera conductas antisociales y delictivas e incluso se convierten en abusadores. El resto puede llevar una vida normal, pero siempre con tendencia a la depresión y con una desconfianza absoluta hacia los demás.

- Está claro que mirar para otro lado no es la solución...

-Este problema lo han padecido muchas personas que jamás han hablado de ello. Si enseñamos a los niños que desde pequeños pueden hablar habremos avanzado. Las familias tienen mucha responsabilidad a la hora de detectar el problema. Callar no es la manera de afrontarlo. Los niños no olvidan.

- ¿Y qué hacer cuando la misma familia es cómplice?

-Esos casos suelen darse en familias con dependencias y un perfil marginal. Desde luego, esos casos son mucho más complejos y suelen ir acompañados de conductas violentas. Hay más casos de niñas que de niños. El porcentaje es de un 20 a un 13 por ciento. En todos hay un cambio de actitud radical.

- ¿Son signos fáciles de identificar?

-Los niños sufren pesadillas, cambios en la alimentación y miedo hacia cosas que nunca les habían preocupado. Tampoco quieren ir al colegio ni estar con personas en las que confiaban.

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