Manolín el Gitano ha muerto. Esta vez sí. Después de numerosos falsos fallecimientos y las correspondientes "resurrecciones", José Manuel Manzano Ramírez, de 58 años, dijo adiós ayer, a eso de las nueve de la noche, en la planta de Neumología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). El mendigo más conocido de Oviedo y posiblemente de Asturias "estaba en muy mal estado", según personas que conocieron su evolución en los últimos días, desde que ingresó en el centro sanitario ovetense el pasado miércoles.

Con Manolín el Gitano se va no sólo un delincuente de poca monta de toda la vida y un yonqui que se decía rehabilitado, sino una estampa icónica de Oviedo, al menos de puertas adentro. No todo el mundo puede decir que tiene un retrato en el Bellas Artes. Manolín, sí; lo pintó Miguel Galano y le entregó una copia a tamaño natural. El mendigo decía que se la había regalado a su madre.

José Manuel Manzano vivía desde hace varios años en una pensión de la calle Foncalada. La rumorología popular, primero, y, últimamente, las redes sociales, donde incluso tenía un "fake", lo "habían matado" en varias ocasiones, y era frecuente que Isolina, la patrona del hostal, confirmase que Manolín, en ese momento, "dormía como un niño".

Originario del barrio de La Corredoria, José Manuel Manzano pertenecía a una familia de once hermanos devastada por las drogas y la mala vida. Él mismo contaba que sólo quedaban vivos tres de todos ellos. Si el dato era bueno, ya únicamente sobrevivirían dos. Fue uno de los hermanos quien destapó uno de los últimos rumores sobre su muerte, cuando empezó a recorrer Oviedo pidiendo dinero para el funeral de Manolín. Aunque podía aparecer en cualquier esquina del centro de la ciudad, tenía su base en la calle Uría, junto a la tienda de la famosa cadena de comida rápida. Allí se alimentaba a menudo y desde allí pedía con un vaso de cartón en la mano. Extendía sus dominios hasta el Antiguo y no se perdía un San Mateo. Son famosos sus bailes en los chiringuitos.