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La voz americana que se enamoró de Oviedo sufriendo por el 11-S

La cantante Mary Kay Maas llegó a la ciudad el mismo día de los atentados

Mary Kay Maas, durante su actuación del viernes en Oviedo. LNE

El 11 de septiembre del año 2001 fue el más agridulce de la vida de Mary Kay Maas. Esta cantante norteamericana, de Wisconsin concretamente, que se quedó definitivamente a vivir en Oviedo en 2004, tuvo un flechazo con la capital del Principado el mismo día que su país veía cómo los atentados que derribaron las torres gemelas de Nueva York ponían todo en entredicho. La sensibilidad mostrada por los asturianos hacia el suceso terminó de conquistar a esta también profesora de idiomas, que agota hasta el último resquicio de su tiempo y dinero para desarrollar una carrera musical más que destacable.

Mary, profesora de español en tierras americanas, encontró en Oviedo el paraíso para llevar una vida tranquila, productiva y, sobre todo, musical. La puntilla para su traslado definitivo a Asturias fue el amor. Su matrimonio con el ovetense Diego Álvarez le hizo fijar su residencia en Lugones, aunque también se considera carbayona. "Vivo en Oviedo y duermo en Lugones", señala la también apasionada de sus dos hijos Oscar Edward y Samuel Aurelio.

Su trabajo como profesora de inglés en el colegio de La Milagrosa "para pagar facturas" es el complemento perfecto a su vocación de cantante. Tras años de éxito con grupos como "Memphis Belle" y otros éxitos en solitario, acaba de estrenar nuevo disco titulado "Magdalene Blue Acoustic". Su última obra a la que da nombre con su nombre artístico y su apuesta por una grabación "bruta, como si fuera un directo", fue presentada la pasada semana en París y este viernes, coincidiendo con la entrega de los premios Princesa, lo dio a conocer en una actuación en directo en el Danny's, en la calle de la Luna.

Magdalene Blue dice haber encontrado en Oviedo un paraíso para sus aspiraciones. "Aquí hay más oportunidades para los músicos de abajo", apunta en comparación con sitios como Nueva York, donde las actuaciones están muy limitadas. No obstante, reconoce que la reciente persecución a la música en directo le enerva. "Ni que fuéramos delincuentes", sostiene una mujer que el viernes cortó su actuación cuando los municipales se dejaron ver por delante del establecimiento.

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