Unas seiscientas ciudades de todo el mundo se ponen de acuerdo para hacer una noche temática de observación de la luna, y en Oviedo la facultad de Ciencias de la Universidad de Oviedo lleva siete años haciendo de la noche lunática de los telescopios una cita con la ciencia que desborda todas las previsiones y llena el campus de Llamaquique de jóvenes vocaciones científicas.

Ayer pudieron pasar perfectamente unas mil personas, en su mayoría niños, para dibujar un científico o una científica, construirse un planisferio, ver un documental sobre una sonda espacial, escuchar una charla de Sergio Palacios sobre física en la ciencia ficción o asistir a un taller de software libre. Y también para ver la luna, aunque ayer el cielo estaba nublado y los voluntarios de la noche lunática tuvieron que colocar una luna de papel en el exterior de la facultad para que los niños pudieran mirar a través de un telescopio.

"Sobre todo quieren eso, ver", explicaba Laura Novelli, estudiante de primero de Físicas, voluntaria en la noche de ayer junto a los de la asociación Cielos despejados, que colabora con la programación, y que había sumado su telescopio Smith Cassegrain a la causa. Mientras, los niños, grandes, pequeños, padres y madres, hacían cola para sorprenderse con los cráteres, aunque fueran de una fotografía.

En el exterior, paneles sobre la carrera espacial completaban un recorrido lleno de familias y donde la colaboración entre alumnado voluntario, también de la Escuela de Magisterio, probaban que la ciencia de verdad, el conocimiento, reside en la curiosidad y la voluntad pedagógica. Muchos eran alumanos y ayer fueron maestros explicando a las pequeñas vocaciones científicas de mañana como mirar al cielo.