Los cuadros de Pedro Trueba Zepeda (México, 1967) son un estallido de color y han invadido el vestíbulo del palacio del Conde de Toreno, en el corazón de Oviedo. En esa sede el artista presentaba ayer una colección de 46 obras, entre las que abundan las estampas de su país, las marinas y barcos, los animales -y entre ellos los toros- y los paisajes. Un cuadro de un volador de Papantla, un danzarín indígena que ejecuta un baile giratorio suspendido por los pies, abre la exposición: afirma que ese motivo le da suerte y que siempre incluye alguno de esos cuadros en sus exposiciones. La que acaba de inaugurar en el edificio que sirve de sede al Ridea (Real Instituto de Estudios Asturianos) permanecerá abierta hasta el 24 de diciembre.

Trueba, que llegó a Oviedo hace unos días para ultimar los detalles de la exposición, la considera un compendio de su obra, que muestra su evolución técnica y temática, desde lo figurativo a lo abstracto y en la que están presentes "un impresionismo e impresionismo contemporáneos".

Trueba, arquitecto de formación, presentó los cuadros de tamaño grande o mediano que trae a Oviedo hace un año en Barcelona; a esta nueva exposición ha incorporado las obras más pequeñas, muchas dedicadas a los toros y a la mar.

Entre todos los óleos hay una sola acuarela, "Neptune", que representa el inicio de su evolución artística, y quien ponga interés y se detenga a leer las cartelas con los títulos de cada cuadro encontrará en ellas nombres tan optimistas como "Lucky Lady" o "El árbol agradecido".

Entre las obras expuestas está la que Pedro Trueba donará a la ciudad de Oviedo, "Momento de reflexión", en la que un hombre sentado en un banco, de espaldas al espectador, contempla el mar y el cielo.