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Adiós a la histórica SOF

La Sociedad Ovetense de Festejos, que desaparecerá el 31 de diciembre, fue durante setenta años la artífice de las celebraciones más importantes de Oviedo

Desfile del Día de América en Asturias en la calle Uría al final de los años sesenta. LNE

La Sociedad Ovetense de Festejos (SOF) morirá por enfermedad administrativa después de cumplir setenta años, un largo periodo en el que prestó un impagable servicio a Oviedo y a los ovetenses. Sin la SOF posiblemente no hubiera habido el desfile de América en Asturias, ni durante muchos años el exitoso concurso hípico, ni el reparto del bollo, ni los grandes conciertos mateinos, ni tal vez una cabalgata de reyes tan relevante.

Hubo una época, en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, en la que ser socio de la SOF era sinónimo de ser buen ovetense. Una sociedad de festejos que entonces estaba considerada, nada más y nada menos, como la más importante de España.

Y la SOF, el próximo 31 de diciembre, se irá para no volver; aunque tal vez algún buen y agradecido ovetense proponga que dé nombre a una plaza o una calle, por humilde que esta sea. Entonces la última palabra la tendrán los políticos de turno.

En el año 1947, cuatro ovetenses de pro -Francisco Álvarez Rubio, Modesto Vallina, Rafael Mori y José Fernández Buelta- tertuliaban por las tardes en el café Alvabusto, en la calle San Francisco, frente al Edificio Histórico de la Universidad. Y fue allí, alrededor de una mesa de mármol, donde nació la SOF.

La idea corrió como la pólvora por todo Oviedo, que la acogió con tanta ilusión como entusiasmo. Un ejemplo de esto fue el número de personas que formaron la primera junta directiva, ni más ni menos que cincuenta y seis.

El día 23 de junio de 1948 se reunieron para constituir oficialmente la SOF, y lo hicieron en la Cámara Oficial de Industria y Navegación de la ciudad, en la antigua sede de la Plaza de Riego. De este encuentro salió el nombre del primer presidente de la entidad de festejos, siendo elegido para el cargo el doctor don Pedro Miñor Rivas.

En esta asamblea también se aprobó nombrar presidenta de honor, a la mujer del Jefe de Estado, Carmen Polo Franco, que precisamente en aquellas fechas se encontraba en Oviedo para inaugurar el Sanatorio de Antituberculosis, el actual Hospital Monte Naranco.

El paso siguiente de la nueva junta directiva fue conseguir un local donde desarrollar todo el trabajo que tenía que desplegar la SOF, paso que estaba dificultado por la falta de recursos económicos. Pero el primer problema se solucionó rápidamente.

Un rico comerciante afincado en Oviedo, Armán, donde era una persona tan popular como querida, cedió unos locales que tenía en la calla Gascona. A la ciudad había llegado desde Cuba, donde había hecho un buen capital, y a su regreso se dedicó a la venta y alquiler de máquinas de escribir.

El paso siguiente fue organizar sus primeras celebraciones, a las que denominó "Fiestas de Setiembre", con un presupuesto de medio millón de pesetas, que al final quedó escaso.

La entusiasta directiva había acordado, con razonable criterio, que las fiestas deberían de tener una reina con sus damas honor y, sobre todo, que desfilarían en una gran cabalgata con carrozas de la industria y comercio, sociedades deportivas y de recreo, que recorrería la calle Uría. El inolvidable Alfonso, padre de Pinón, Telva y Pinín, fue su genial artífice.

Pero para el gran día había muchas cosas más, grupos folclóricos, reparto del "bollu" en el parque San Francisco, competiciones deportivas y como colofón final "sesión monstruo de fuegos artificiales". Fue todo un éxito.

Pero al hacer las cuentas los números no salieron. El presupuesto inicial era de medio millón de pesetas, de las que el Ayuntamiento aportó 75.000. La verdad, tampoco fue que se excedieran demasiado en su generosidad. Un notable sobrecoste final creó tensiones en la junta directiva de la SOF. Había que pagar nada menos que 780.000 pesetas. Esto, a Pedro Miñor no le gustó nada y dejó la presidencia de la sociedad. Eso sí, tras realizar un trabajo más que excelente.

El testigo, en tan delicada situación económica, lo tomó el animoso José Cuesta, al que las ocho décadas que llevaba a sus espaldas no le pesaban para nada.

"¡Chacho, hay que tirar p'alante!". Esta fue su primera y única consigna ante la adversidad. Este bálsamo de optimismo cuajó en la sociedad y le permitió recuperarse del quebranto económico.

Y así logró llegar a 1956, año que supuso un cambio muy importante en la sociedad de festejos, ya que fue municipalizada. Entonces se pensó que era la mejor fórmula para garantizar su continuidad, como así fue. Lacazette fue el Presidente de esta primera etapa, en la que el Ayuntamiento precisó que el máximo rector sería, a partir de entonces, elegido por el alcalde entre los concejales de la Corporación.

La SOF, que había empezado con cinco mil socios, ya estaba en marcha, y su actividad posteriormente fue ampliado a otras fechas del calendarios festivo: Carnaval, La Ascensión, San Juan y Navidad. Hubo épocas en las que llegó a tener 27.000 socios, como la etapa de presidente que, con el paso de los años, sería alcalde de Oviedo, Luis Riera, o incluso con casi 30.000, cuando la presidió Pedro Obegero, fallecido esta semana.

A lo largo de los años, la SOF llegaría a ocupar seis sedes. Después de la calle Gascona pasó al número uno de Pérez de la Sala; desde donde se mudó al número 20 de Marqués de Pidal. De esta céntrica vía se marchó para el casco antiguo, al números 6 de la calle Rúa, que posteriormente dejaría para instalarse en el número 8 de la calle Ildefonso Sánchez del Río, desde donde se marchó a su actual y última sede, en el edificio del Teatro Filarmónica, en la calle Mendizábal, donde ahora terminará su historia. Con la desaparición de la SOF se va una sociedad que tuvo mucho que ver en la historia reciente de Oviedo.

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