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Los Sábados, Fontán

Un Tigre anda suelto

El mercado era hace un siglo escenario de un Oviedo popular y canalla que Pérez de Ayala noveló y que completa el retrato que Clarín hizo de la ciudad

Un puesto de venta de calzado MIKI LÓPEZ

La Vetusta de Clarín es el Pilares de Pérez de Ayala. Clarín novela el Oviedo burgués, el de la nobleza y el clero, y Pérez de Ayala se fija en las clases más modestas. La Catedral preside el escenario de "La Regenta" y en "Tigre Juan" los personajes se mueven por un mercado, que es el del Fontán. La rehabilitación de las casas del patio de vecinos y la explotación turística lo han dejado sin el aliento popular y canalla que Pérez de Ayala trasladó a la historia de su donjuán, aunque algo se intuye aún en las mañanas de mercado.

En "Tigre Juan", Pérez de Ayala describe el Fontán como "un ruedo de casas corcovadas, caducas, seniles", que "vencidas ya de la edad, buscan una apoyatura sobre las columnas de los porches". "La plaza es como una tertulia de viejas tullidas, que se apuntalan en sus muletas y hacen el corrillo de la maledicencia. En este corrillo de viejas chismosas se vierten todas las murmuraciones y cuentos de la ciudad", dice.

Pérez de Ayala conocía bien el lugar y había observado a sus vecinos. Antonio Fernández Insuela, catedrático de Literatura de la Universidad de Oviedo, destaca que fue el "escenario vital" de sus primeros años. Fernández Insuela piensa que el Pilares de Pérez de Ayala "quizá sea en el fondo una continuación y un homenaje al mundo de 'La Regenta', porque él era un admirador de 'La Regenta".

Sea cual fuera su intención, el catedrático le reconoce su "aportación a la historia literaria de Oviedo" y afirma que su singularidad radica en "que hace que acción gire alrededor de la gente que no está en los grandes libros de historia". El experto en Literatura opina que "Tigre Juan' es una de las obras de tono más entrañable de Pérez de Ayala". Explica que el escritor mantenía un tono literario general intelectual y distante, y sin embargo en "Tigre Juan' hay una emotividad contenida". La familiaridad con el espacio debe tener algo que ver.

Pérez de Ayala nació a pocos metros del Fontán, en la calle Campomanes, donde una placa recuerda el lugar exacto donde estaba su casa natal. En una de las cabeceras del Fontán, la más próxima a la calle Fierro, hay otra con la descripción del recinto que el escritor hizo en su novela.

Fernández Insuela no pone en duda la fidelidad de los detalles. "El Fontán tuvo siempre unas casas pequeñas, una construcción popular en un sitio que tenía el problema de la humedad, las casas no eran de las mejores de Oviedo, así que la descripción de Pérez de Ayala debe ser bastante exacta, y en ella hay humanización y compasión, una mirada más entrañable". Y esa visión tan personal y afectiva es la que, según el catedrático y como es común a las grandes obras literarias, logra transformar el Fontán en un escenario universal.

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