La capilla dedicada a la Virgen de Covadonga, en el arranque de la girola de la Catedral, hará las veces de sepulcro para los arzobispos de Oviedo. En ella reposan desde 1964 los restos del obispo Francisco Javier Lauzurica y a su sepultura se añadirán otras dos, vacías y preparadas para acoger a los prelados que hayan manifestado su deseo de descansar para la eternidad en la diócesis asturiana. Las obras para habilitar las dos sepulturas comenzaron ayer, simultáneamente a los trabajos para la limpieza del retablo del altar mayor de la Catedral, y durarán aproximadamente un mes. Durante ese tiempo la capilla permanecerá cerrada.

Lauzurica dedicó diez años de su vida a la diócesis de Oviedo, primero como obispo y más tarde, a partir de 1954, como arzobispo, cuando la diócesis ascendió a la categoría de sede metropolitana. A pesar de haber nacido en Vizcaya y de haber pasado sus últimos años, ya enfermo, en Madrid, Francisco Javier Lauzurica había manifestado su voluntad de retornar a Oviedo tras su muerte y sus restos fueron enterrados en la capilla de Covadonga.

El arzobispo emérito, Gabino Díaz Merchán, ha manifestado su deseo de recibir sepultura en la Catedral de Oviedo, según manifestó ayer el deán, Benito Gallego. Díaz Merchán, manchego, de Toledo, fue Arzobispo de Oviedo durante más de treinta años y sigue residiendo en la capital asturiana.

Las obras en la capilla de la Virgen de Covadonga están siendo costeadas por el Cabildo de la Catedral, como la mayor parte de las últimas actuaciones llevadas a cabo en la basílica. Su ejecución está presupuestada en 18.000 euros.

Las obras en el oratorio de Covadonga discurrirán a la par que la limpieza del retablo del altar mayor, al frente de la que están los restauradores Pablo Klett y Belén García Montoya. Ambos han trabajado con anterioridad en distintos emplazamientos de la Catedral, como el retablo de Santa Teresa, en el brazo sur del trasepto, y en la cúpula de la Sacristía.

Hace dieciséis años que el retablo, que data del siglo XVI y fue ejecutado por Giralte de Bruselas en colaboración con otros artistas entre los años 1512 y 1517, no era objeto de una intervención como la que acaba de empezar. En esta ocasión, además, la limpieza va acompañada por una propuesta de plan de mantenimiento, que incluirá tratamientos periódicos contra xilófagos, controles de humedad y de temperatura.

Pablo Klett comentó ayer, al pie del andamiaje que deberá estar montado esta semana, que en principio la limpieza del retablo no entraña complicación ya que consiste simplemente en retirar el polvo acumulado con el paso del tiempo y en realizar un informe sobre el estado general del retablo. Todo ello no llevará más de tres semanas en total, así que el Cabildo cuenta con que haya acabado para la celebración de la patrona de Oviedo, Santa Eulalia de Mérida, el 10 de diciembre.

Aunque no habrá bodas, el altar seguirá en uso mientras se llevan a cabo los trabajos.