Iván González salió de Avilés a las once de la mañana y llegó a Pajares a las nueve de la noche de ayer. No ha tenido ningún problema en la carretera: iba corriendo. En su carrera, ha completado 91 kilómetros. Una cifra ya de por sí respetable, pero que se empequeñece ante el objetivo final: correr mil kilómetros para luchar contra la leucemia, enfermedad de la que fue diagnosticado en 2015. La línea de meta la tiene fijada en Marbella. Allí espera llegar el próximo domingo para rendir homenaje a Pablo Ráez, el joven marbellí que falleció en febrero a causa de esta enfermedad, célebre por su lema vital: "siempre fuerte".

Iván González vive en Avilés, aunque nació en el concejo de Illas. Era caldedero antes de que su vida cambiara. Diagnosticado de leucemia crónica hace dos años, no se le ocurrió otra cosa que calzarse la botas -de running- y correr las más exigentes pruebas. Ayer inició su último reto, al partir desde la plaza de España de su localidad natal, con rumbo a la otra punta de la península. Acompañado por cerca de una decena de personas, entre los que se contaban familiares y amigos, espera concienciar de la importancia de donar médula, así como recaudar fondos para la Fundación Josep Carreras, especializada en esa dolencia. No corre solo. Su equipo está compuesto por otras cuatro personas, encargadas del avituallamiento del atleta y de dar buena cuenta de su esfuerzo: su recorrido se puede seguir por las redes sociales.

Tras 30 kilómetros, el corredor alcanzó su primer gran control en Oviedo. A eso de las dos y media de la tarde, los deportistas aparecieron por detrás del Campoamor para ganar la Plaza de la Escandalera y en un suspiro, entrar triunfales en la plaza del consistorio carbayón. Allí salió a recibirles la concejal de educación, Mercedes Fernández, y unos cuantos curiosos que interrumpieron sus compras en el Mercado de El Fontán.

Le temblaban las piernas, pero no era por el esfuerzo. "Tengo frío por quedarme parado", comentó González mientras descansaba. "La verdad es que físicamente, me encuentro genial. Los primeros kilómetros se han hecho casi solos", bromeó mientras degustaba una onza de chocolate para recuperar fuerzas. "Mi objetivo es concienciar de la donación de médula y rendir homenaje a Pablo Ráez", señaló. La pregunta del millón era si le resultaba más difícil correr con la enfermedad: "no lo sé, porque antes no corría", contestó ufano.

Pocos minutos después de su llegada a la capital del Principado, su equipo recogió los bártulos y se pusieron de nuevo en marcha. Aún restaban 60 kilómetros hasta llegar a Pajares. En lo más alto de la montaña, el illense completó la etapa asturiana de su viaje. En su ruta, visitó ocho localidades, a mayores de Avilés, Oviedo y Pajares. Estos lugares son: Cancienes, Alto de Miranda, Olloniego, Mieres, Ujo, Pola de Lena, Campomanes y Puente de los Fierros.

Los mil kilómetros hasta Marbella no los realizará íntegramente corriendo. La sexta y la séptima etapa las hará pedaleando. Entre las dos, 404 kilómetros en bicicleta, la distancia que separa Toledo de Antequera, ya en la provincia de Málaga. El final de su ruta está fijado en un lugar concreto: el parque de bomberos de Marbella. La elección no es baladí, ya que allí trabaja el padre de Pablo Ráez. El difunto marbellí se convirtió en un héroe para la sociedad por la forma de afrontar la enfermedad y su triste desenlace. Su lema, "siempre fuerte", caló hondo: en Málaga, las donaciones de médula aumentaron en un 1300 por ciento.

Donar médula es un proceso sencillo. "Es tan fácil como ir a los autobuses de donación sanguínea y solicitarlo. Cuando salga un enfermo compatible, te llaman. Y salvas una vida", sentenciaba el atleta illense a este periódico el miércoles. Como Ráez, Iván González también ha apostado por el deporte como una parte fundamental de su vida. Al igual que Pablo Ráez, el corredor asturiano se quiere mantener "siempre fuerte" ante la leucemia.