La calle Gascona logró ayer por la mañana descubrir las bondades de la chacinería asturiana hasta a los habitantes de las antípodas. La australiana Melanie Selwood, que se encuentra disfrutando unas macrovacaciones de nueve meses por toda España, fue, junto a su marido y sus dos hijos, una de los cientos de personas que disfrutaron de los 150 kilos de picadillo puestos a la venta en pequeñas raciones por negocios del Bulevar de la Sidra con motivo de la segunda edición de su feria del embutido.

La iniciativa denominada "Martiniegu" contó con la participación de una decena de productores de chorizo, morcilla, callos, chosco y otras especialidades chacineras venidos de diferentes puntos de la región que se mostraron satisfechos por la marcha de las ventas, "un poco más flojas que el año anterior al menos en las primeras horas" de unos puestos activos desde las once de la mañana hasta las tres de la tarde.

A medida que fue avanzando la mañana, las colas en torno a la carpa en la que se vendían pequeñas raciones de picadillo a un precio de tres euros y los puestos en los que la sidra se podía adquirir a 50 céntimos el culín fueron creciendo. "Es una buena oportunidad para que la gente conozca las bondades de Oviedo", declaró el edil de Economía del Ayuntamiento de Oviedo, Rubén Rosón, al que acompañó en su visita el presidente de la asociación de sidrerías Paco Colunga.

Sobre los productos más demandados, algunos vendedores apuntaron a los de temporada. "Estoy teniendo muy buena venta de callos porque no los tenemos todo el año", comentó el fabricante yerbato José María Montes, rodeado de multitud de chorizos y morcillas con un sello casero con más de 50 años de tradición familiar en el sector.

El picadillo caliente conquistó a unos visitantes helados por las bajas temperaturas con las que amaneció el día y que fueron especialmente sentidas en la sombría calle. Sin embargo, el toque picante y el buen sabor conquistó a visitantes llegadas de muchos puntos de dentro e incluso fuera de España. "Está buenísimo", declaró Melanie Selwood con la que estuvieron de acuerdo sus dos hijos Tilly y Charlie, aunque ellos no pudieron saborear la sidra que igualmente encantó a la turista.

Otros como Isabel Pérez y Santiago Redondo interpretaron como una bendición del cielo encontrarse con esta oferta gastronómica por sorpresa. "Veníamos a dar un paseo sin tener en cuenta esto y el destino quiso que acertáramos", declaró la ovetense, reconocida amante del picadillo, al igual que su acompañante, proveniente de la capital de España. "Somos de pueblo y sabemos lo bien que está esto", apuntó Redondo.