Hace tres años te fuiste directo al cielo, porque un niño de dos añitos se va a ese lugar.

Tus padres te asesinaron, a sangre fría, porque estorbabas; tu madre, la que debía protegerte, prefirió seguir a un hombre sin escrúpulos y no defenderte; es más, escogió ser cómplice del peor de los asesinatos.

Estabas solo, indefenso, tú no tuviste abogados como ahora tienen quienes te mataron.

Los vecinos oían tus llantos, pero no sabían a qué se debían, no supieron reaccionar.

Ahora los abogados, Fernando y Belén, quieren que queden en libertad esas dos personas que acabaron con tu vida.

Espero que tus llantos sean el clamor que pida justicia, si de verdad los tribunales están para defender a los justos.

Espero que esos abogados escuchen tu llanto cada día y que, cuando se enzarcen en sus artimañas legales, no olviden nunca qué o a quiénes están defendiendo.

Hasta siempre, Imran