La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Visiones De Ciudad

La dimensión humana de la capital

Del primer COU mixto a los multicines, el tongo de Miki Rourke y la visita de Woody Allen

Woody Allen coloca sus gafas a la estatua que reproduce su imagen en la calle Milicias Nacionales. LNE

Nacer en Morcín, casarse en Ribadesella y vivir en Oviedo es un auténtico lujo y privilegio que permite a este hijo y nieto de mineros, y biznieto de un madreñero de Tuiza, conocer y disfrutar la gran variedad y riqueza del paisaje y del paisanaje que decora y vive en nuestra Asturias patria querida, tanto en el ámbito rural como en las villas o en la propia capital.

Siento pasión por Morcín, me enamoré de Ribadesella y disfruto por vivir en Oviedo. Mi primer recuerdo de la capital del Principado es la vetusta, negra, sucia e insalubre estación de autobuses que la empresa Alvarez González tenía en la calle Foncalada y que suponía el final de trayecto de quienes llegaban de Riosa, Morcín y Ribera. Aquel callejón sin salida se ha convertido hoy en una zona abierta de ocio y expansión al lado de la fuente prerrománica tan poco valorada en el centro de la ciudad.

El autobús nos dejaba antes de las ocho de la mañana en la parada de Santo Domingo, frente al Campillín, para asistir a las clases de BUP en los Dominicos. El padre Valdés, gran impulsor de hockey sobre patines en Asturias y en España, ejercía de tutor mientras el padre Pedro nos daba clases de latín. Ambos siguen, cuarenta años después, llenos de vitalidad en el mismo colegio. Su actual prior, Ricardo Aguadé, "Richi" el alemán para sus compañeros de curso, nos sacaba medio cuerpo a los demás y le recuerdo con su novedosa camiseta del Shalke 04 mientras lanzaba duros pelotazos con su potente brazo en el recreo jugando en el patio al balonmano.

Cuando cursábamos tercero de BUP, a finales de los años setenta, el colegio Santo Domingo se hizo mixto y se incorporaron cinco chicas entre los centenares de alumnos. Imagínense gestionar aquella novedad. Todas ellas muy inteligentes, sobrevivieron a aquella situación y nos ganaron por goleada. Una de aquellas compañeras era la allandesa Carmen Menéndez, que fue periodista de la agencia "Efe", actual directora de comunicación de la Federación Española de Piragüismo, quien en aquella época decoraba todas sus libretas con fotografías de su ídolo, el joven futbolista de la Real Sociedad López Ufarte, por quien sentía verdadera admiración tras entrevistarle para una revista del colegio.

Al año siguiente, los de los Dominicos, las de las Dominicas, los del Hispania y los del Seminario nos juntábamos para cursar el InterCou en el Prau Picón, donde el sacerdote Agustín Hevia, actual archivero de la Catedral, nos deleitaba con sus clases de latín y griego en horario vespertino. Fue curioso que, para aquella generación que procedíamos de las separadas, entonces por un muro, escuelas de niñas y niños de la EGB, nuestra primera experiencia de educación mixta, tras el BUP, tuviera lugar precisamente entre curas. Sin duda, algo estaba cambiando en aquella época en nuestro país.

El sábado santo de 1977 tuvo lugar la legalización del PCE aprobada por Adolfo Suárez. Santiago Carrillo se pudo quitar la peluca y la UCD ganaba las primeras elecciones generales después del referéndum para la reforma política bajo la sintonía del "Habla pueblo habla" y el "Libertad sin ira" del grupo andaluz "Jarcha". En 1979, Luis Riera Posada accedía a la alcaldía de Oviedo en los primeros comicios municipales de la joven democracia. Este ilustre piloñés ha quedado magistralmente inmortalizado por el artista y amigo Manolo Linares en la original estatua que le representa sentado en un banco junto a la puerta de entrada a la iglesia de San Juan.

El grupo "Boney M" arrasaba en aquella época en las pistas de baile de las discotecas antes de que el mierense Víctor Manuel triunfase con sus magistrales "Soy un corazón tendido al sol" y "Solo pienso en ti".

Posteriormente, ya en los ochenta, la Facultad de Filología, ubicada en la plaza Feijoo, fue mi punto de referencia durante cinco años. Allí aparcaba el Renault 7 verde que me cedía mi padre para asistir a clase pues en todo el Oviedo Antiguo, aún sin peatonalizar, estaba permitida la circulación de vehículos. Los bares cercanos a la facultad, como el Cundo o el Antón, eran el punto de encuentro de los estudiantes. El ilustre catedrático y lingüista Emilio Alarcos me dijo con gran sorna en una ocasión, cuando me pilló fotocopiando las páginas del libro "Hijos de la ira" de su amigo Dámaso Alonso, entonces director de la Real Academia Española: "No se preocupe por los derechos de autor que Dámaso no tiene hijos que puedan cobrarlos y ya tiene dinero bastante".

En las aulas fumaban con total naturalidad tanto los alumnos como los profesores y una mañana, mientras estábamos esperando al profesor, entró Manolín "el gitano", recientemente fallecido, y se colocó sobre la tarima a dar la clase ante el nutrido grupo de estudiantes. Comenzó a pintar en la pizarra cuando en ese momento entró Alarcos y se sentó como un alumno más a escuchar la lección magistral de Manolín. Imagínense lo bien que lo pasábamos. Cuando el socialista José María Maravall ejercía como ministro de Educación, tuvo lugar una huelga estudiantil sobre la reforma educativa con varios alumnos encerrados en el rectorado del edificio histórico de la Universidad, en la calle San Francisco. La policía ya había democratizado el uniforme gris por el marrón y los huelguistas cantábamos "Maravall el que no bote" y "Esos de marrón de qué colegio son". Fue la única vez en mi vida que corrí delante de la policía y a punto estuvo de tocarme un toletazo, que le cayó a una compañera de al lado, antes de refugiarnos en el patio de la Universidad.

En aquella época, Oviedo estaba repleto de cines con solera como el Principado, el Ayala, el Real Cinema, el Aramo, el Fruela con sus películas S (todavía no habían llegado las X), el Paladium, el Campoamor, el Filarmónica y el Roxy. Todos estos fueron anteriores a la apertura de las modernas salas multicine como los Clarín, en la calle Valentín Masip, los Brooklyn, en General Zubillaga, y los minicines de Salesas. Ahora solo queda el del centro comercial de Los Prados. Qué pena.

Las discotecas también tenían su protagonismo: el Canary, Aristos, Story, Coker, el Bombé (en los bajos del Reconquista), Vanitas Vanitatis, Pasarela, Brujas, Triqui-Traque, Pentágono y Zaycor 1 y 2. Finalmente se abrieron las modernas Albert Hall que luego fue La Real, Studio Oka y Aruba. Precisamente, en el reservado de La Real fui testigo de la refriega que protagonizó a altas horas de la madrugada el impresentable Poli Diaz, "el potro" de Vallecas, el mismo día en que Mikey Rourke, el protagonista de "Nueve semanas y media" con la escultural Kim Basinger, vino como estrella a Oviedo para combatir a principios de los noventa en la velada pugilística del siglo celebrada en el Palacio de los Depo rtes que se convirtió finalmente en un espectáculo surrealista y dantesco donde los espectadores gritaban continuamente tongo mientras el actor boxeador respondía al público desde el ring con varios cortes de manga y una peineta. Qué pena.

Compartir el artículo

stats