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El gran retablo gótico de la Catedral se sacude el polvo

Klett y García Montoya avanzan, pincel y aspiradora en mano, hacia la cima del conjunto escultórico que preside el altar mayor

Klett, trabaja con el pincel y la aspiradora

Con un pincel en una mano y el tubo de la aspiradora en la otra, los restauradores van avanzando hacia la cima del retablo del altar mayor de la Catedral de Oviedo. El conjunto escultórico, que se alza como un Evangelio abierto en la cabecera del templo, es una de las más extraordinarias obras del gótico, pero también necesita que se le quite el polvo de vez en cuando. Pablo Klett y Belén García Montoya lo hacen durante estos días, minuciosamente y maravillados por la fortuna de trabajar sobre una pieza tan excepcional.

El día de este reportaje los restauradores habían llegado a la segunda calle del tercer piso del retablo, justo el lugar donde se festejan las bodas de Caná y Jesús se anima a hacer su primer milagro, convirtiendo el agua en vino. A estas alturas y si siguen el ritmo que les ha impuesto el Cabildo, que es el que paga esta intervención, estarán rozando el cielo de la Catedral.

Para la limpieza del retablo Klett y García Montoya han dispuesto de tres semanas. La que empieza mañana será la última. Su intervención incluye una evaluación del estado general de la pieza y se completa con un plan de mantenimiento, un requerimiento de la Consejería de Cultura del Principado, que lo exigió antes de autorizar el comienzo de los trabajos de limpieza. El pasado mes de julio, el Cabildo catedralicio presentó su primera propuesta de intervención a la Consejería y el servicio de Patrimonio Cultural informó desfavorablemente, al considerarla "aislada y esporádica". Cultura exigió la redacción de un "plan de mantenimiento global, en el que se recojan todos los procesos de conservación, programe en el tiempo los diferentes controles e intervenciones, con unidad de criterios y bajo unas directrices básicas de actuación". Así que los restauradores redactarán lo que llaman "un manual de mantenimiento" del retablo.

Ese plan de conservación podría ser el primero que el Cabildo ponga en práctica en el templo. La preservación del patrimonio artístico de la basílica de San Salvador resulta costosa y un mantenimiento frecuente podría evitar deterioros y gastos mayores, así que esa estrategia podría extenderse al resto del edificio.

También se está valorando realizar un estudio de la temperatura y la humedad durante el periodo de un año, que permitiría conocer los cambios ambientales en ese tiempo, también de una estación a otra, entre el día y la noche y el efecto sobre la obra del encendido de la calefacción.

De momento, la limpieza del retablo continúa. Esta semana los restauradores trabajarán incluso los días festivos para cumplir con los plazos acordados con el Cabildo.

El retablo del Altar Mayor de la Catedral de Oviedo empezó a levantarse en el año 1512 y al menos se han detectado las manos de cuatro escultores en la pieza, que se encuadra en el gótico tardío. Giralte de Bruselas, Juan de Balmaseda, Esteban de Amberes y Guillermo de Holanda esculpieron sus figuras y como policromadores se cita a Alonso de Berruguete, León Picardo y Miguel Bingueles. Tardó diecinueve años en finalizarse y en 1531 se dio por acabado.

Esté estructurado en cinco calles, de izquierda a derecha, y cuatro pisos, de abajo a arriba. La calle central es más ancha y fue reservada a las escenas más trascendentales del relato evangélico: el Salvador, la Asunción y el Calvario y las laterales, dos a cada lado, que presentan dieciséis escenas de la vida de Cristo. El conjunto está rematado en la parte superior por cresterías, que también rodean las sucesivas escenas, y otros elementos decorativos característicos del gótico.

A lo largo del tiempo se han realizado numerosas intervenciones en el retablo mayor de la Catedral de Oviedo. De hecho, como recoge el informe que acompaña el plan de mantenimiento redactado por Klett y García Montoya, los añadidos y las variaciones ornamentales llevados a cabo en último tercio del siglo XIX fueron "determinantes" para conformar la imagen actual de la pieza.

La primera intervención documentada en el retablo del Altar Mayor data de 1735. Afectó a la bóveda, con el dorado de las nervaduras y la pintura azul en los paños de la bóveda. En general, aquellos trabajos sirvieron para unificar los dorados y los fondos azules de todo el conjunto escultórico. En 1878 se llevaron a cabo trabajos de "recomposición y remodelación del altar mayor". En 1902 se colocó una nueva sillería, que ocultaba el pedestal. Entre 1952 y 1953 hubo que reparar los daños provocados por filtraciones de agua. En 1989, con ocasión de la visita a Asturias de Juan Pablo II, el restaurador Jesús Puras realizó una restauración a fondo. Entre 2001 y 2002 los autores del Plan director de la Catedral, Cosme Cuenca y Jorge Hevia, se pusieron al frente de la rehabilitación de la bóveda, que se completó con una limpieza en profundidad del retablo.

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