Pipo Cuervo, popular y querido profesor particular de Matemáticas, ha fallecido hoy rodeado de sus seres queridos; su mujer María Tuero y sus cuatro hijas, Paula, Cristina, María y Ana.

A lo largo de cinco décadas formó a miles de universitarios, opositores a cargos de la Administración o simplemente estudiantes que querían mejorar su nivel de conocimientos y entender de una vez por todas las fórmulas o los algoritmos que se les resistían. En los últimos tres años estuvo al frente de la Academia Línea, en la calle Cervantes, y sólo la enfermedad fue capaz de apartarle hace ocho meses de la docencia.

Amable y cordial era conocido por explicar con absoluta claridad complicadas teorías matemáticas añadiendo un toque personal al hablar en "asturiano de Oviedo". Así le describe uno de sus cuatro hermanos, el periodista de LA NUEVA ESPAÑA, Javier Cuervo, para quien se ha ido un trabajador incansable y un ser excepcional "que hacía lo complicado extraordinariamente fácil".

Nacido en la calle Rosal en 1951 impartió su primera clase el día que cumplió 15 años porque, tal y como cuenta su hermano Javier, "era listu como un rayo". Estudió Ingeniero Técnico Industrial en Gijón y continuó desarrollando su carrera profesional como profesor particular y en diferentes academias. Por ejemplo, la academia Llana de Oviedo, donde formó exclusivamente a universitarios.

En una entrevista concedida a este periódico en febrero de 2016, Pipo Cuervo afirmó que ser profesor "fue un accidente". Dijo que las clases le fueron arrastrando y cuando se dio cuenta habían pasado varios años. "Siempre impartí matemáticas, cálculo y álgebra a universitarios. Si me gustan las matemáticas es gracias a los profesores tan malos que tuve. Me empeñé en buscarle la lógica a todo aquello. Me encanta transmitir lo que sé. No sé si es vocación o no".