"Una revolución. / Luego una guerra. / En aquellos dos años que eran / la quinta parte de toda mi vida, / ya había experimentado sensaciones distintas". Los primeros versos del soberbio "Ciudad cero" de Ángel González sirvieron ayer al poeta, traductor y "aforista" Lorenzo Oliván para ilustrar su reflexión sobre el poeta ovetense en el ciclo de la cátedra que lleva su nombre. Oliván, cántabro muy vinculado a Oviedo, estableció en su conferencia "Carácter es destino: poesía y verdad en Ángel González" la "importante conexión que se da entre su biografía y su práctica poética" dentro de "un registro de cierta fatalidad".

La deriva hacia una poesía de realismo crítico llega, en el caso de González, "íntimamente unida a episodios biográficos". Que el padre fuese republicano, que hubiese fallecido teniendo él poco más de un año, el exilio de un hermano, el fusilamiento de otro o la represión que sufrió una hermana, señaló Oliván, "imprime carácter y marca un destino".

A diferencia de otros compañeros de generación que practicaron el realismo crítico por la mala conciencia provocada por su condición de señoritos, en el caso de Ángel González hay una "verdad" y un "fatalidad". Oliván precisó, no obstante, que se trata de una "fatalidad trascendida", porque la poesía no es una trasposición de la vida y González "manejaba muy bien las máscaras, como la de la ironía". No practica una visión de confesionalismo, precisó Oliván, "pero hay cosas que si se han vivido suenan con más resonancia". "Estos escritores llevan el drama histórico al drama íntimo, y en el caso de González, como el drama era tan real, refuerza los armónicos de verdad y fatalidad".