El número 11 del Fontán recibe el cariñoso nombre popular de "la casina" desde hace al menos dieciocho años. Ese es el tiempo que la Comunidad Judía del Principado de Asturias tiene allí su sede gracias a un acuerdo municipal de cesión de uso. Es un lugar de reunión, celebración, rezo y estudio que está abierto no sólo a los creyentes en el judaísmo, sino también al resto. "Han venido a cenar con nosotros sacerdotes católicos durante el ´Pesaj´ al identificar la fecha con la Última Cena de Jesús". La presidenta de la comunidad judía asturiana, Aida Oceransky, explica entusiasmada la integración de su colectivo en la región y especialmente en la ciudad: "Todo aquel interesado en tradición y cultura es bienvenido en esta casa".

Nacida en 1945 en Ciudad de México, Oceransky se crió en el seno de una comunidad sefardita activa que echó de menos cuando llegó a España a principios de los setenta tras casarse con un español. Vivió tres años en Madrid y luego se trasladó a Oviedo con su familia, donde abrió la primera Asociación de Amistad de Asturias con Israel y ya en época democrática fundó la Comunidad Judía del Principado. El exalcalde Gabino de Lorenzo le concedió el 3 de junio de 1999 el uso de "la casina" para poner en marcha sus actividades. Y allí sigue la Comunidad hasta hoy. "Conocí a De Lorenzo en ese momento. Nunca le estaré lo suficientemente agradecida por haber contribuido a darnos visibilidad e integrarnos en la vida diaria de Oviedo".

Unos 120 asturianos forman parte de la Comunidad Judía de la región, que además mantiene contacto regular con un número similar de simpatizantes de medio mundo. Y es que la comunidad imparte clases a distancia de religión, historia judía, lectura de la Torá, literatura judía, arte y sociología a través de una plataforma digital. "Tenemos alumnos de Barcelona, Valencia, Alicante o León, y también de Londres, Bruselas y Jerusalén".

Además de las celebraciones del calendario judío, la comunidad de "la casina" organiza rezos las mañanas de los viernes y de los sábados. y tiene muy en cuenta a los jóvenes. De hecho, allí les conocen como "los chicos del ático" porque ocupan el piso superior del inmueble. Ellos son los encargados de diseñar y elaborar la decoración de las diferentes fiestas, como la Janucá de esta tarde, o de organizar actividades de confraternización entre diferentes comunidades judías españolas a lo largo del año.