"Estoy preparado, sé que lo que tengo es muy malo y ahora tengo que cumplir en mi vida lo que tantas veces prediqué". Se lo decía hace unos días Chema Lorenzo a su amigo Alberto Reigada. Ayer, de madrugada, llegó el momento y José María Lorenzo Lorenzo, párroco de Pumarín, fallecía en la casa sacerdotal de Oviedo de una enfermedad que le había sido diganosticada hacía apenas un mes.

Chema Lorenzo, natural de Moreda, tenía una fuerte inclinación por el trabajo social, algo en lo que ya se involucró desde su época de seminarista en Gijón. A finales de los años setenta, ya ordenado sacerdote, trasladó esa vocación de "cura obrero" a la Fábrica de Armas de la Vega y al instituto politécnico, en Oviedo, donde impartía clases de religión.

Lorenzo fue conciliario de la JOC (Juventud Obrera Católica) para Oviedo, León y Astorga. Trabajó en ello hasta que Gabino Díaz Merchán le reclamó para formar parte de su equipo y le nombró vicario para el Oriente de Asturias en 1983. Fue ese equipo de vicarios, del que también formaba parte Reigada, el que redactó el primer plan pastoral de la diócesis. Más tarde sería arcipreste de Oviedo.

El párroco de Pumarín fue siempre un hombre cercano a los más necesitados de la sociedad y así le recuerdan quienes le conocieron.

Hasta el pasado día 20 estuvo trabajando en su parroquia, allí aguantó hasta que la enfermedad se lo impidió y entonces fue atendido hasta su muerte en la casa sacerdotal.