"En la tarde del día de Reyes un vecino de Santa Susana vio, de pronto, interrumpida la tranquilidad de su sobremesa por un disparo que atravesó, rompiéndolo en mil pedazos, el cristal de una ventana, haciendo blanco en una pared. Naturalmente, no se trataba de ningún atentado, sino de la falta de sentido de un niño que se puso a jugar con la escopeta de balín que le habían traído los Reyes".