Cuando Marcos García llegó el pasado martes a su casa de San Claudio y observó que salía humo de las paredes casi le da un vuelco al corazón. Algo ocurría en las tripas de su vivienda con estructura de madera en el interior de los forjados por lo que no tardó en llamar a los bomberos en busca de ayuda. "No sabíamos lo que estaba pasando, pero nos asustamos muchísimo", asegura el propietario de la casa, que tiene dos alturas. En poco más de un cuarto de hora tenía frente a su vivienda una autoescalera, un camión de emergencia y las habitaciones llenas de mangueras por si las moscas.

Los profesionales del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento no tardaron en dar con el origen del problema: estaba en la chimenea. Una de las tuberías que salen del tiro hacia el resto de la casa se había calentado tanto que había afectado a una de las vigas estructurales de la vivienda y de ahí venía el humo. Los bomberos le explicaron después a Marcos García que al estar la viga en una zona en la que hay oxígeno (integrada en los forjados) no se había generado fuego. "La casa estaba ardiendo por dentro sin fuego", asegura el propietario.

Los bomberos también le explicaron a Marcos García que el problema no se había generado el mismo martes. Ni mucho menos. "Me dijeron que podría llevar muchos días activo, incluso un mes o mas", señala el dueño de la casa. Marcos García detectó el incendio alrededor de las tres y media de la tarde, cuando volvía de recoger a su hija en el instituto. En ese momento, en el interior de la vivienda se encontraba su padre, que no se había dado cuenta de nada. "Si esto nos hubiese pasado por la noche, cuando estamos durmiendo, nos morimos todos. El humo tan peligroso o más que el fuego", señala García.

Al final todo se quedó en un susto y en unos cuantos daños materiales. "Los bomberos tuvieron que picar la pared junto a la chimenea y el suelo de la habitación por la que pasa el tubo. Ahora desde la cama veo el salón porque tengo un agujero".