"En la vivienda colaborativa, o 'cohousing', lo principal es lograr una buena convivencia para que los últimos años de la vida transcurran de forma accesible, sostenible y con una calidad superior a la que tienen actualmente muchas personas de la tercera edad".

Así lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA José Ángel García, defensor de este tipo de alternativa residencial que está de moda en todo el mundo, y miembro de la asociación Collacios d'Asturies.

García destacó que la filosofía de estos proyectos, de los que todavía apenas hay ejemplos en España, parte de un proceso participativo en el que los futuros usuarios se seleccionan por afinidades. "Cada grupo decide el modo de organizar la vivienda", indicó. Otro de los requisitos es procurar que los espacios comunes sean colaborativos y participativos. La administración y gestión la llevan a cabo los propios usuarios. "Lo prioritario es racionalizar los recursos y que todo sea compartido", recalcó.

Francisco Fernández, igual que García, integrante de Collacios d'Asturies, puso el énfasis en explicar la diferencia que existen entre el "cohousing" y las residencias colaborativas, "una fórmula que sí es frecuente en España". "Este sistema es un programa de vida; no se trata de hacer una inversión para la jubilación, quien entra en esto lo hace para vivir", aseguró. Los defensores de estas viviendas compartidas hacen hincapié en los importantes apoyos humanos que se generan. "Esto no es una comuna, es una comunidad", precisó Fernández. "Uno de los problemas de la tercera edad es la soledad, y de este modo se combate", resaltaron los participantes. Miguel González Lastra, gerente de la Agrupación de Sociedades Asturianas de Trabajo Asociado y Economía Social (Asalta), precisó que en el "cohousing", "la propiedad es de la cooperativa, pero el derecho del uso es del socio que lo transmite a sus herederos".