"Era un amor de niño", lloraba ayer Claudia Mena a su hijo. El muchacho la llenaba de caricias cuando volvía a casa y le gustaba hacer rabiar a su hermana pequeña, Claudia: "Me decía que si él se moría antes que yo iba a venir todas las noches a jalarme los pies". "Era mimoso a su manera", cuenta, y bromista, aunque parecía serio de entrada. Era un chico deportista -jugó al fútbol en el Juventud Estadio, el Astur, el Colloto y el Tapia-, sano y centrado.